El niño de 7 años de edad salió de la piscina de Campanario el pasado viernes y cuando abandonaba el perímetro vallado de la piscina, entró en parada cardiorespiratoria. A partir de ahí y hasta que Daniel Gálvez, el socorrista encargado de la vigilancia, llegó corriendo a la posición del menor, el silencio y la incertidumbre se apoderaron de todos los presentes. «Cuándo corría hacia él, pensaba en que tenía que ser solo un susto, que lo reanimaría, pero cuando lo vi pálido y frío, todo a mi alrededor enmudeció y comencé a actuar casi como un autómata» relata el joven socorrista. La celeridad en su actuación fueron de vital importancia para la reanimación del niño, pues mantuvieron su aparato respiratorio funcionando. Al cabo de un par de minutos se unió a la maniobra una enfermera que estaba en las instalaciones. Los ruidos que emitía el cuerpo del niño eran la única respuesta a la reanimación cardiopulmonar que ambos realizaron hasta que llegó la ambulancia. Quince minutos después, según la versión de algunos usuarios de la piscina, llegó el médico con el DESA (Desfibrilador Externo Semiautomático) y con la primera descarga, el niño recuperó el pulso. Pocos minutos después ya había recuperado la conciencia y respondía a las preguntas de los auxiliares en su traslado al Hospital Materno Infantil de Badajoz. El niño se recupera favorablemente y espera recibir el alta pronto. Desde luego, una historia que será difícil de olvidar en el tranquilo pueblo de Badajoz. Daniel Gálvez ha matizado que el menor «tiene una malformación en el ventrículo que puede haber sido la causa de la parada cardiorespiratoria» y da gracias a que esto «le haya ocurrido en un entorno vigilado en el que ha podido ser intervenido por profesionales».

En cuanto a su actuación, el joven socorrista se muestra humilde y aprovecha para reclamar que «la responsabilidad y el riesgo al que hemos de enfrentarnos debería reflejarse en las condiciones laborales algo que dista mucho de la realidad». «El sueldo de un socorrista oscila por lo general entre los 700 y los 900 euros, lo que ante situaciones como esta en las que deben estar preparados para salvar una vida, se antoja más que insuficiente». La precariedad laboral denunciada por el colectivo provoca que profesionales como Daniel Gálvez se cuestionen su futuro laboral . “Ante situaciones así y con estas condiciones, es difícil querer continuar en esta profesión” reclama.

Desfibriladores por ley / Extremadura es una región en la que todavía la legislación no obliga a instalar desfibriladores fuera del ámbito hospitalario. Se estima que en España se producen más de 30.000 paradas cardíacas y la presencia de desfibriladores solventa la mayoría de estas. La Consejería de Sanidad y Políticas Sociales de la región está finalizando el nuevo decreto para sumarse a las siete Comunidades Autónomas donde la presencia de desfibriladores es ya obligatoria.