Fue director de la academia de la última edición de Operación triunfo , miembro del jurado de Tú sí que vales (ambos programas en Tele 5), y ahora es el presentador, los sábados, del espacio de La Sexta No te olvides de la canción. Angel Llàcer, de personalidad inquieta pero un hombre responsable detrás de su actitud de showman , está últimamente en racha.

--Al despertar, ¿sabe a dónde tiene que ir a trabajar --tiene en marcha junto a Manu Guix un musical en Barcelona-- o llega a confundirse?

--Al acostarme ya me mentalizo e intento calcular el tiempo que tengo que dedicar al teatro, la televisión u otros compromisos profesionales. Solo me equivoqué una vez y no acudí a una cita. Y eso que llevo 10 meses sin un día libre.

--¿Ya tiene pensado qué hará cuando lo tenga?

--Sexo, solo sexo. Y será pronto, porque estoy a punto de terminar las grabaciones del programa de La Sexta y, por el momento, no hay proyectos. Me esperan las vacaciones y después, quizá, dirija un montaje teatral de la obra Noche de reyes, de William Shakespeare.

--¿No ha firmado para participar en la próxima edición de Operación triunfo?

--Si me ofrecen volver y no tengo otro compromiso, lo haré. La gente piensa que estoy como una cabra, pero no es cierto. Soy muy formal trabajando.

--Se comenta que Risto Mejide no estará en la próxima edición.

--No sé nada y no me interesa nada de Risto. Se ha hablado de los enfrentamientos, pero creo que es él quien se lo tomó en serio. Dicen que retirarse a tiempo es una victoria, pero él esperó a que faltasen cinco minutos.

--¿Cómo se ve usted en la tele?

--No tengo, porque me he cambiado de piso. Pero cuando me he visto, me reconozco, pero en el fondo no soy yo el que está allí. Pero en la tele, que creo que debe ser espectáculo, me lo paso bien, aunque me exija demasiado, porque soy hiperexigente conmigo mismo y con los demás en cuestión de trabajo.

--¿Cómo es el Llàcer que mira al que sale en imagen?

--Alguien callado, pausado, aunque a veces también impulsivo.

--En el concurso Tú sí que vales, Los Morancos, a su lado, parecían hasta comedidos.

--Es que me ofrecen formatos así, histriónicos. De mayor, quizá cambien las cosas, o no.

--Empezó de profesor, luego fue director y ahora hasta presenta. ¿Cómo lo lleva?

--Solo pretendía dar clases y todo ha venido sin esperarlo. Dirigir la academia, llevar el chat, es agotador y cuesta encontrar el equilibrio de una especie de profesor chiflado. Soy como Jekyll y Hyde, y tengo que valorar la progresión de los alumnos, al margen del talento.

--Pero disfrutará de la fama...

--Para mí es un trabajo y no le doy importancia a la popularidad, que es lo malo que tiene la tele si triunfas, porque la gente se acerca para lo bueno y para lo malo. La frase es siempre: "con lo simpático que eres en la tele". Me gustaría ser una persona anónima y gozar de libertad.

--Pues media España está dispuesta a todo por lograrla.

--Es un error. La felicidad está en el trabajo, en el camino para llegar a una meta.

--¿Qué disfruta más haciendo, teatro o televisión?

--Teatro. En la televisión lo malo es que no hay piedad y te eliminan cuando baja la audiencia.

--¿Abrirá algún día una academia musical?

--Nunca, no tengo tiempo. Y no creo en las escuelas, porque hoy puede triunfar cualquiera.