Se crió en Magaluf (Mallorca) y antes de regalar un puñado de minutos de oro televisivos a cuenta de su descabellado paso por Got Talent, Diego Arroba, El Cejas, ya era conocido entre la chavalada por sus vídeos de picaresca contemporánea. Apuntaladas en un branding intuitivo fácilmente convertido en meme-«pimpín, que te meto placa-placa» son sus greatest hits-, sus aportaciones al género youtuber lo mismo se burlan de la fiebre tecnológica -«aquí os presento una aplicación que sirve para caminar»- que de los tipo que presumen de buen coche y buen chándal. Ahora, con 1,7 millones de seguidores en Instagram, mimado por marcas de target adolescente y con una webserie de Mediaset titulada ¡Una vida de mierda!, el antihéroe ceja-cortada es el artefacto mediático al que se han encomendado los productores de Gran Hermano Vip para rejuvener su audiencia y darse un festín de clics en las redes sociales.

«Cuidao, cuidao, cuidao» / Con apenas 18 años, las bazas mediáticas del mallorquín son un desparpajo sin filtros -sus vaciladas con Risto Mejide, jurado de Got Talent, dispararon los audímetros tras convertir el plató en una especie de batalla de gallos- y unas canciones de inspiración Chimo Bayo que hacen del valenciano un compositor refinado -«cuidao, cuidao, cuidao, cuidao, cuidao, cuidao, cuidao, que te meto placa placa», dispara el youtuber en el dembow del pimpín-. Su cháchara y puesta en escena, según él, hacen chanza de esos divos callejeros que vacilan más que respiran -«te voy a meter una menestra de conejo»- y para quienes las mujeres son objetos en disputa y/o gifs que twerkean a su alrededor como si no hubiera mañana. Sin embargo, en sus vídeos nunca quedan demasiado -o nada- claros los límites entre la parodia y la celebración más entusiasta.

Sea como sea, a partir de la segunda semana de septiembre, cuando se encierre en la casa junto, entre otros, a Mila Ximénez, Dinio, Alba Carrillo o Anabel Pantoja, pasará a cobrar 10.000 euros semanales, según publicaba esta semana la palataforma PlayTV, siempre y cuando no abandone de forma voluntaria. De momento, promete tensión. Ya se ha metido, por la vía más sonrojante, con Ximénez a causa de su edad, y queda por ver cómo maneja la asfixia del foco. «Yo es que soy de salir y estar todo el día por ahí», aseguró días atrás bajo el foco de Sálvame. Un salto de pantalla para alguien criado en una familia precarizada y monoparental que explica que hace apenas dos años se buscaba la vida como podía vendiendo zapatillas y camisetas falsas en su vecindario. «Hemos crecido viendo cómo los chavales mayores hacían cosas feas y creo que, en cambio, nosotros estamos ofreciendo otro ejemplo a los niños», explicaba con sus compinches en una aparición en Morninglory, espacio del canal de vídeos MTMAD de Mediaset. Ya ven que, dependiendo de donde vengas, el vaso de Youtube e Instagram -causa de recurrentes tensiones entre padres e hijos a cuenta del enganche y el mundo turbocapitalista que celebra- se ve de una u otra manera.