La Casa Roja es fruto del sueño de unos pocos. Un antiguo edificio en ruinas, propiedad de Renfe, convertido hoy en una comunidad terapéutica dedicada a acoger y tratar a drogodependientes de todo tipo.
Juan Manuel González, director del centro, explica que la comunidad pertenece a la ONG Asociación de Lucha Contra la Droga (Alucod), que la puso en marcha con la colaboración de la Consejería de Sanidad y Consumo a principios del año 2003.
Actualmente dispone de 22 plazas y ofrece tres tipos de servicios, como son la acogida desde el consumo, la comunidad terapéutica --que incluye programas de formación e inserción laboral-- y un Programa de evaluación y tratamiento ambulatorio. El director del centro tiene claro, desde su experiencia, que en este tipo de tratamientos crear una rutina y dejar poco tiempo libre para darle vueltas a las cosas es una de las claves y un redactor de EL PERIODICO EXTREMADURA pasó una jornada en la comunidad para comprobarlo.
08.00. Hora de levantarse
Los responsables del centro tocan diana y los pacientes se levantan. Disponen de una hora para asearse, arreglar las habitaciones y bajar a desayunar. Hoy toca descafeinado o cola-cao y tostadas.
Juan Manuel explica que en muchas ocasiones es complicado que personas que provienen de la calle se adapten a estos nuevos hábitos y se acostumbren a recoger y a limpiar su habitación cada día.
09.00. Comienza la intensa actividad
A partir de esta ahora la actividad arranca y ya no parará hasta la hora de comer. Los pacientes se dividen según el tiempo que lleven en tratamiento. Los más nuevos conocen cómo funcionará la terapia y se ocupan del mantenimiento de la casa.
Los veteranos tienen una doble tarea que les ocupa prácticamente hasta la hora de comer. Unos se dedican a los talleres ocupacionales puestos en marcha por Alucod, uno de ellos de carpintería --sobre todo restauran muebles-- y otro de viverismo --crían plantas y setas--. Otros 15 trabajan en el taller de inserción concedido a Alucod por el Servicio Extremeño Público de Empleo, el primero que se hace con una ONG.
Dura un año y se centra en una novedosa técnica de tratamiento de hormigón coloreado, además de una tarea como viveristas y jardineros. Además de trabajar --cobran algo más de 900 euros mensuales-- reciben diariamente una formación teórica que podrá serles muy útil en el futuro.
10.30. Talleres y acceso a internet
Los que hoy no están en los talleres ocupacionales acuden al taller de prensa, donde trabajan en la elaboración de su propio periódico, ¿Y por qué no? . A esta misma hora otros días de la semana participan en talleres para aprender a buscar empleo y preparan debates sobre temas de actualidad.
A la una de la tarde algunos grupos acceden a internet en el Nuevo Centro del Conocimiento instalado en el Ayuntamiento de Llerena, una institución que, aseguran, les ha prestado mucho apoyo en todo momento. A las dos tienen una hora libre y pueden ver la televisión.
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