Nervios, expectación y repasos de última hora para conseguir alcanzar la nota que les permitirá elegir la carrera deseada. De los 4.077 estudiantes extremeños que ayer comenzaron, sin ningún tipo de incidencias, la penúltima selectividad de la Logse --la última será en septiembre--, los que quieran estudiar en la Facultad de Medicina de Badajoz en la Uex deberán haberse esforzado algo más que el resto. ¿El motivo? La nota de corte que se exige para las titulaciones que se imparten en este centro superan el 8,5 para Medicina y el 7,9 para Fisioterapia y Enfermería, las más altas de la universidad extremeña. Pero esta puntuación es meramente orientativa.

Un año más, en las doce sedes de la región que acogen los exámenes de acceso a la universidad hasta el jueves se respira la misma inquietud que en las convocatorias anteriores, pero en esta ocasión con la vista puesta en los cambios que trae el plan Bolonia. El proceso de adaptación al Espacio Europeo de Enseñanza Superior pondrá fin al viejo formato de la selectividad, que se realiza desde hace más de 30 años, pero el nerviosismo volverá a ser la nota predominante.

Un estado que comparten, e incluso superan, algunos de los padres que ayer acompañaron a sus hijos hasta los distintos centros, como afirman algunos de ellos en la sede ubicada en la Facultad de Derecho de Cáceres. "Intentamos transmitir tranquilidad, pero muchas veces hacemos lo contrario", asegura Toñi, mientras su hija hacía el primer examen. Así lo corrobora también Montaña Royo, orientadora del IES cacereño Norba Caesarina que ejerce de vocal de su centro en estas pruebas, una figura presente en todos los institutos y que se encarga de velar por los estudiantes de cada centro. "Los chicos vienen muy nerviosos, están inquietos, pero se van relajando una vez salen del primer examen y ven que es más de lo que hacen en el instituto", dice.

En la provincia pacense se examinan 2.749 estudiantes en Badajoz, Mérida, Don Benito, Villanueva y Zafra; y en la cacereña, 1.388, en Cáceres y Plasencia.

A las 10.30 horas comenzaba en todas las sedes la primera prueba, la de Lengua Castellana. A esa hora todos los estudiantes leían el mismo examen. Antes de escribir tocaba decantarse por una opción. Por una cara la literatura de Federico García Lorca y por la otra la poesía del siglo XX sobre Pedro Provencio. Tras la primera elección llegaba la segunda a las 12.30 horas: desarrollar el pensamiento de Nietzsche o del griego Platón. Y en Historia, la Constitución de 1869 o el compendio histórico de Tito Livio. A las cinco de la tarde ya no había elección en la prueba de Inglés, solo había un único texto sobre la migración. Hoy y mañana será el turno de las materias específicas de modalidad.

LOS DOCENTES De todas estas pruebas se harán cargo hasta el jueves los 158 profesores, aproximadamente un 50% procedentes de la universidad y otro 50% de secundaria, voluntarios y elegidos por sorteo, puesto que "el número de profesores que quieren participar es siempre mayor que la oferta", según el director del tribunal de las pruebas de acceso a la universidad, Javier Benítez. Estos velan por el estricto cumplimiento de las normas dentro de las aulas, y fuera de ellas serán los encargados de corregir los exámenes, cuyas notas se publicarán en la web de la Universidad de Extremadura el día 29.

Pero estas pruebas que comenzaron ayer, se vienen gestando desde que empezara el curso lectivo. Según explica Javier Benítez, la selectividad es un "proceso vivo" que comienza antes de que los medios empiezan a hablar de él. De su desarrollo se encargan la gran mayoría de docentes de secundaria y universidad de la región que se reúnen a lo largo del curso para reflexionar sobre los puntos más destacados de cada materia. De las conclusiones, dos docentes de cada asignatura, uno universitario y otro de secundaria, elaboran en abril una decena de exámenes, de los que se elige por sorteo uno para la convocatoria de junio y otro para septiembre. Un proceso que se lleva realizando más de 30 años y cuya reforma se perfilará cuando se inicie el curso, según Benítez.