Cada vez hay más adictos al juego, comienzan a tener problemas con la ludopatía a una edad más temprana y, además, desarrollan esta patología a una mayor velocidad. Este es el aviso que lanzan desde las asociaciones de jugadores rehabilitados sobre las consecuencias que ya está teniendo el vertiginoso crecimiento tanto del juego ‘on line’ como del efectuado en las casas de apuestas deportivas. Y es una advertencia que confirman los datos de quienes han decidido inscribirse voluntariamente en lo que se conoce como registros de autoprohibidos, bien para que no se les permita jugar a través de internet, bien para impedirles su entrada a los locales de apuestas.

Tanto el Estado como cada una de las comunidades autónomas cuentan con su propio registro de interdicciones. A los inscritos en ellos se les impide el acceso a aquellos juegos respecto de los que la Administración competente haya determinado la necesidad de realizar la identificación previa.

En el caso del Registro General de Interdicciones de Acceso al Juego (RGIAJ), que es de ámbito nacional, el número de inscripciones de residentes en Extremadura ha pasado de no alcanzar las ochocientas a superar las 1.200 entre el 2012 y el 2017. O lo que es lo mismo, ha experimentado un auge de más del 54% en un lustro, un incremento superior al nacional, que ha sido del 36,6% (hasta superar los 41.000). Dependiente de la Dirección General de Ordenación del Juego, es este listado el que resulta de aplicación en el juego a través de internet, de forma que el operador está obligado a comprobar la posible inscripción del usuario. Esta información es comunicada, además, a las distintas autonomías, con el objeto de que se incluya en los procedimientos habilitados por cada una de ellas para evitar la práctica en los juegos de su competencia.

En cuanto al registro extremeño —que atañe al juego presencial—, conforme a los datos facilitados por la Consejería de Hacienda y Administración Pública, son a día de hoy 1.398 los inscritos. El número de altas en lo que va de año (85), ya supera a todas las contabilizadas en el 2017 (83).

CADA VEZ MÁS JÓVENES / «A nosotros nos está empezando a entrar gente muy joven, incluso menores de edad», afirma Eusebio Collazos, secretario de la Asociación de Jugadores en Rehabilitación Nuestra Señora del Puerto de Plasencia. «Lo habitual es que comiencen a los 13 o 14 años, jugando uno o dos euros, y que sea ya un problema a los 17 o 18», cuenta el responsable de este colectivo, uno de los 25 de todo el territorio español que toman parte este fin de semana en Cáceres en el XIX Congreso Nacional que organiza la Federación Española de Jugadores de Azar Rehabilitados (FEJAR), para abordar, entre otros asuntos, el crecimiento de las apuestas deportivas entre los jóvenes.

«En los últimos tres años hacemos una media de dos mil alumnos con charlas impartidas, vamos a todos los institutos. Ya nos llaman ellos mismos porque los profesores están concienciados de qué problemática hay», resalta Collazos.

De los cuestionarios que rellenan los escolares en estas charlas, que se imparten en Plasencia y en las localidades cercanas, asegura que se extraen unos datos muy preocupantes. Por ejemplo, de 864 alumnos de entre 15 y 18 años encuestados el curso pasado, el 13,55% tenía algún tipo de riesgo de desarrollar problemas con el juego y un 1,75% de ellos lo había hecho ya. «En adultos se calcula que son alrededor de un 0,3% los que tienen problemas con el juego. Estamos alarmados». El peligro se dispara entre los menores por la facilidad, argumenta, con la que pueden acceder a internet en cualquier momento del día. «De 335 alumnos de quinto y sexto de Primaria, el 69% contestaron que tenían móvil, y los que no lo tenían, utilizaban los de sus padres. Y lo que es más grave, más de la mitad tienen ya tarifa de datos».

En la asociación atienden de continuo a entre 15 y 40 personas que han desarrollado problemas de adicción al juego. Javier González Encinas es psicólogo en ella y precisa cómo el perfil del ludópata «ha derivado hacia población mucho más joven, que es la más vulnerable porque es la que tiene menos recursos vitales para afrontar este tipo de situaciones». En ellos, explica, el abuso del juego llega a generar «un nivel de deterioro en las relaciones sociales muy importante».

Los estudios apuntan a que el arquetipo de jugador ‘on line’ es el de un varón de entre 18 y 35 años. En cuanto al nivel socioeconómico, aunque esta patología suele incidir en personas con unos ingresos medios-bajos o bajos, González Encinas aclara que «te encuentras a todo tipo de gente. También con un nivel adquisitivo elevado y que han desarrollado una alta adicción, pero que precisamente se camufla por ese mayor poder adquisitivo».

LUDÓPATAS A MÁS VELOCIDAD / Máximo Enrique Gutiérrez, presidente de la Federación Española de Jugadores de Azar Rehabilitados (Fejar), resalta que «Los ludópatas se hacen cada vez más deprisa. Con el juego presencial no tienes la disponibilidad de 24 horas al día ni la intimidad que te da el juego ‘on line’, que puedes estar en el salón de tu casa apostando y la familia no se entera. Antes la gente necesitaba seis u ocho años, pero ahora en año y medio los jóvenes han desarrollado una ludopatía plena».

Otro cambio es que hasta hace unos años «a las terapias lo típico era que acudiese una persona mayor con su pareja. Ahora tenemos terapias atípicas. Si viene una persona mayor, normalmente lo hace con los hijos, porque el 90% están separados o divorciados ya, pero la mayoría que están entrando es al revés: los hijos, afectados de ludopatía, con los padres», señala.

Esta variación, esgrime, «nos está haciendo cambiar toda la metodología de trabajo que teníamos, porque no es lo mismo tratar las terapias siendo parejas que si son jóvenes y padres». Entre otras cosas, puntualiza, porque el tratamiento de los adictos de menor edad tiene un problema añadido: «Muchos jóvenes, cuando vienen a las asociaciones obligados por los padres, no tienen la conciencia de que sufran un problema. Para ellos simplemente les gusta el juego y juegan». Antes, cuenta, ser consciente de la patología para quien la padecía era mucho más fácil, porque en «la gente mayor» la ludopatía deriva en «problemas de pareja, económicos o en el trabajo. Pero esto en los jóvenes no sucede, solo cuando empiezan a endeudarse o a crear conflictos económicos es cuando se dan cuenta, pero normalmente no hay una desestructuración familiar o laboral».

La publicidad y promoción que se realiza del juego ‘on line’ también está desempeñando un importante papel en su expansión. Reclamos que, a menudo, cuentan con la presencia de personajes famosos o estrellas del deporte. En este sentido, Javier González Encinas resalta que «los más influenciables» por este bombardeo publicitario son los jóvenes. Durante el 2017, el gasto en publicidad de estas empresas fue de 103,4 millones de euros, según los datos de la Dirección General de Ordenación del Juego. En el 2013 habían sido 67,6 millones, lo que supone que el incremento fue del 53% en cuatro años. Y hasta junio de este ejercicio, la cifra iba ya por los 82,5 millones. «Solo por el aumento de la publicidad te das cuenta de las cifras que se están manejando. Y si bombardean continuamente es porque están obteniendo un aumento de jugadores. De no ser efectiva la publicidad, no lo harían», razona. A estas cifras habría que sumar, además, lo invertido en bonos para captar usuarios y el gasto en patrocinios, que en estos primeros seis meses del año han sumado 55 y 6,1 millones de euros, respectivamente.

Pero la amenaza no llega solo desde internet. La cifra de establecimientos de apuestas presenciales se ha ido disparando en Extremadura desde el 2014, cuando se reguló este sector en la región. Una muestra: el 2017 acabó con 92 abiertos y a día de hoy son ya 111, repartidos entre casi cuarenta localidades y entre seis empresas organizadoras, de acuerdo a los datos facilitados por la Consejería de Hacienda. En 2016 las apuestas deportivas presenciales realizadas en la región tuvieron un valor de 29,3 millones de euros, según el ‘Anuario del juego en España 2016-2017’, elaborado por la Fundación Codere y el Instituto de Política y Gobernanza de la Universidad Carlos III de Madrid. «En Plasencia tienes colegios e institutos que, cruzando la calle, hay una sala de apuestas. Están colocados estratégicamente, con mala intención», critica Collazos. «Una vez que el menor llega a sus puertas, aunque no entre, sí aprende cómo jugar, y luego lo hace ‘on line’, con el DNI de los padres o de un hermano mayor. Además, también vemos como los menores les dan a los mayores de 18 años el dinero para que apuesten y ellos se quedan fuera», apostilla.

«Esto es una bomba que está explotando ahora. Llevamos tiempo diciendo a las comunidades autónomas que estamos cometiendo los mismos errores que en el año 81 cuando se pusieron las máquinas tragaperras en los bares», esgrime Máximo Gutiérrez. «Ahora las comunidades se están dando cuenta, y algunas como Murcia, que liberalizaron demasiado el mercado de las apuestas, dan marcha atrás y ponen más requisitos, porque si no, vamos a tener un problema a muy corto plazo», remacha.