La legislatura de algunas de las ciudades no ha sido un camino de rosas. Ha habido desde concejales que han abandonado sus formaciones iniciales para irse a su casa o para quedarse con el escaño... Incluso hubo quien apoyó a un partido a los pocos días de resultar elegido por otro, y alcaldes que se revelaron contra su propio grupo y el encono hacia sus antiguos compañeros llegó hasta el punto que tuvo que intervenir el gremio de la cerrajería para cambiar cerraduras de los despachos. Cosas de una legislatura convulsa --y de las circunstancias con que afrontan los partidos las elecciones-- que aquí se resumen:

Cáceres

La legislatura ha estado marcada por Felipe Vela, concejal de Hacienda del PP y una de las bazas importantes de José María Saponi en las elecciones del 2003. Eso fue así hasta mayo del 2005, cuando Vela se fue del partido, pero no del escaño. Esa defección significó dos cosas: que Vela hizo que Saponi perdiera su mayoría absoluta hasta que en febrero la recuperó después de que el concejal abandonara el Pleno, y que logró hacerse con la llave de la gobernabilidad municipal durante año y medio. Los votantes tienen ocasión de juzgar a Felipe Vela, puesto que opta a volver al ayuntamiento con la formación Foro Ciudadano.

Saponi también vuelve a someterse al escrutinio de los votantes con la candidatura más renovada desde que es alcalde. Siete de los trece concejales no repiten. Desaparece un hombre fundamental en los últimos años, Andrés Nevado, y retorna, con mayor peso, José Diego, que se perfila como la mano derecha del dirigente popular. También se han caído de la lista José Antonio Villa,Cristina Leirachá, Santos Parra o Luis Martín Buenadicha, entre otros. A cambio, en los puestos 3 y 4, aparecen dos ´nevados´ independientes, Elena y Domingo.

También el PSOE ha apostado por la renovación: 9 novedades en los 13 primeros puestos. Solo repiten 4 ediles.Los socialistas aseguran que el grupo está unido, pero la apuesta de Ibarra por Carmen Heras hizo que surgieran enfrentamientos internos, especialmente con Emilia Guijarro, secretaria de la agrupación local.

Badajoz

Parecía rocoso. El ´núcleo duro´ del grupo de concejales populares de Badajoz parecía a prueba del paso de los 12 años en el gobierno. Pero torres más altas han caído, y el responsable de Hacienda, Nicasio Monterde, el ´concejal hormiguita´ que quería tener controlado hasta el gasto en gomas de borrar y lapiceros, dijo en febrero que hasta allí había llegado. Y se fue por desavenencias con Cristina Herrera y Alejandro Ramírez del Molino. Su destino ha sido dispar: los dos primeros no han entrado en la lista y aquél aspira a volver a sentarse en el banco del Pleno a través de un partido creado ex profeso: Badajoz Tuyo.

Por otra parte, Celdrán aspira a su cuarto mandato con apenas cambios en la lista, aparte de los dos concejales citados. En cambio, Francisco Muñoz, candidato del PSOE, encabeza una lista profundamente renovada hasta el punto que solo tienen ocasión de repetir tres actuales concejales. Su ´fichaje´ ha sido el ginecólogo José Alberto Cabañes, como número dos.

Mérida

En Mérida no ha habido renuncias ni cambios de caballo a mitad de la carrera. Pero ha habido otros asuntos. Ha habido hasta un curso acelerado para navegar por la red a cuenta de unas fotos privadas que tuvieron su repercusión en el ayuntamiento porque afectaron a personas del poder o de sus círculos más cercanos. Y ha habido también la renuncia del alcalde Pedro Acedo a optar a la reelección, dejando en su lugar a una de sus lugartenientes durante la legislatura, Pilar Vargas, quien se las tiene que ver con Angel Calle, que sale expoleado a la campaña después de que perdiera la anterior por 108 votos. Ambas listas, la popular y la socialista, se han renovado. Esta en un 85%; aquélla, más cualitativamente que cuantitativamente, puesto que se han caído de ella hombres de peso hasta ahora como Gonzalo García de Blanes o Gloria Constantino. El PP emeritense ha sido la agrupación que más alta ha dado ´la nota´, puesto que la presentación de la lista fue seguida de algunas renuncias a pertenecer a ella.

Plasencia

Pero si de convulsiones se habla la palma se la lleva Plasencia. Tantas que la historia tiene sus tintes de culebrón político. Las elecciones se saldaron con 10 concejales para el PSOE, 6 para el PP y 5 para Compromiso con Plasencia. No había transcurrido una semana cuando Raquel Puertas abandonó Compromiso con Plasencia --formación fundada por Jose Luis Díaz, excalcalde del PP-- pasando al grupo mixto. Más tarde acabó realizando un pacto de gobierno con el PSOE. Pasado un tiempo, PP y Compromiso con Plasencia decidieron reunificarse, lo que originó que la que fuera candidata popular, María Victoria Domínguez, abandonara su grupo, se fuera al grupo no adscrito y ahora presenta lista aparte. A su vez, el teniente de alcalde, Juan Antonio Alvarez, se marchó tras resultar elegido senador. Meses después, era la concejala de Cultura, Lidia Regidor, la que se marchaba, pero por motivos diferentes: por desavenencias con la alcaldesa, Elia Blanco. También la concejala de Seguridad Ciudadana, Josefa Pérez Camisón, y por el mismo motivo decidió abandonar el equipo de gobierno y marcharse al grupo no adscrito... Lo dicho, un culebrón.

Pero en este ´hid parade´ de la legislatura no puede faltar un hueco para Joaquín Hurtado, el alcalde cauriense que en enero decidió dinamitar el grupo de concejales de su partido, el Ceoec, por una divergencias sobre quién debería ser el abanderado de los Sanjuanes. Hurtado, un hombre cuyo carácter expeditivo es de sobra conocido, destituyó a tres, les cerró el despacho, les cambió las cerraduras a las puertas para que no volvieran a entrar y quiso dejar el ayuntamiento, a pesar de las llamadas a la responsabilidad de todos los partidos. Un caso que dio que hablar.

De todo lo anterior podría deducirse que la legislatura que está a punto de acabar en los ayuntamientos extremeños ha sido un disparate. No sería cierto. Ha habido ayuntamientos importantes, como Almendralejo, Trujillo, Don Benito, Villanueva... en que las cosas han transcurrido con la normalidad democrática que se espera: con discusiones, sí, pero sin espectáculos.