Como muchas otras aficiones, la del Carnaval debe vivirse desde dentro, para entender tantos meses de ensayos, deliberación, preparación y también preocupación, para luego desfogar el resultado en apenas cuatro días. Quien así lo vive, dice que merece la pena. Todo sea por disfrutar de la fiesta.

En Badajoz, este sacrificio lo protagonizan miles de ciudadanos: los integrantes de las comparsas, que lucen sus elaborados trajes, pasos acompasados y ritmos estudiados y los miembros de las murgas, típicamente pacenses, que cuidan al mínimo sus letras y melodías para deleitar a un público siempre dispuesto a escucharlas.

Paco González forma parte de la murga Los Agüitas , una de las más antiguas de la historia del Carnaval pacense.Llevan 20 años en el candelero, aunque todavía las hay con unos años más, como son Ad Livitum y El nombre da igual , según recuerda Paco.

Este carnavalero dice que en su murga "no hay cargos", sino que lo que hacen es repartirse el trabajo en comisiones, para organizarse. Empiezan a moverse allá por el mes de octubre, cuando todavía quedan cinco meses para que se celebre el Carnaval. Pero la experiencia les ha enseñado que cuanto antes, mejor. De hecho, las primeras semanas se reúnen sólo un día, pero luego a medida que se acerca la fecha clave, las horas de preparación y ensayo se multiplican. El último mes, las reuniones son diarias, fines de semana incluidos. Suelen encontrarse a las diez de la noche, cuando la jornada laboral lo permite, y hay días que les dan las doce y la una de la madrugada.

EL DISFRAZ

Lo primero es elegir el disfraz, porque a partir de ahí muchas letras y algunas músicas van en función del atuendo. Al principio, ellos mismos se confeccionaban los trajes, pero dedujeron que no era operativo, pues suponía restar tiempo a las canciones. Ahora, una modista confecciona los disfraces de todo el grupo.

Los Agüitas han estado ensayando en casas de campo de los integrantes, en un pub y ahora, el ensayo general, en La Hípica.

Y aunque hay quien no se lo crea, asegura Paco González que todos ellos no pueden tomarse vacaciones la semana del Carnaval, salvo el lunes. Este carnavalero dice sin titubeos que tanto esfuerzo "merece la pena", porque los 15 minutos de actuación oficial en el teatro López de Ayala no son lo más importante, "es una actuación más, luego hay que seguir cantando en la calle".