Apartir de ahora, los Juegos serán diferentes. No volverán a ser los mismos". Hablaba con pesar "y enorme dolor" alguien que fue deportista olímpico y ahora es miembro de la Casa Real. Hablaba así Iñaki Urdangarín, en la sede de la Casa de España de Pekín, en una de las arterias más lujosas de la ciudad, sin quitarse de la cabeza el impacto vivido tras conocer la noticia del trágico accidente aéreo en Barajas.

Quedan cuatro días de Juegos, pero ya nada es lo mismo. "En la distancia, nos hace sentir aún más cercanos a esas familias, a las que trasladamos nuestra solidaridad", precisó el duque de Palma, mientras una batería de deportistas, llegados de la villa tras superar el caótico tráfico de Pekín, mantenían un minuto de silencio. Al final, aplausos. Y más silencio, mientras el COI prohibía cualquier manifestación de dolor de la delegación española. Sobre el papel, claro.

CRUCE DE ´E-MAILS´ O sea, nada de brazaletes negros. Nada de banderas a media asta --en la Casa de España una enseña apenas se erguía-- ni de minutos de silencio, a pesar de la petición expresa del Comité Olímpico Español (COE). ¿La razón? "Las normas generales lo impiden". ¿Por qué? Porque nunca se ha hecho y porque, según el suizo Gilbert Felli, director ejecutivo del COI para los Juegos, "no se pueden adoptar decisiones distintas, que originarían agravios comparativos". Tras un cruce de e-mails y cartas entre ambos organismos, con una misiva dirigida por Jacques Rogge, presidente del COI, al rey Juan Carlos uniéndose al dolor, solo quedó el minuto de silencio. Eso sí, se permitía a España hacerlo en la Villa Olímpica, pero al final se hizo en el centro de Pekín por motivos logísticos. Ajenos a ese diálogo diplomático, algunos deportistas, como el caso de la marchadora María Vasco, una de las que primero competía, sí que lucieron crespones para unirse al dolor de un país que asistió destrozado al accidente de un avión. Además de Vasco, y pese a la prohibición del COI, las otras marchadoras, Beatriz Pascual y María José Povés, también lucieron un discreto crespón negro en sus camisetas. Diminuto, pero suficiente. Aunque no fueron las únicas que lo llevaron.

POR ENCIMA DE ORDENES Los deportistas están por encima de vetos u órdenes que no entienden de sentimientos. Al subir al podio, en su día más glorioso, Fernando Echávarri y Antón Paz recibieron la medalla de oro que les designa como campeones olímpicos de la clase Tornado con brazalete negro en homenaje a los fallecidos en el accidente aéreo que tuvo lugar en el aeropuerto de Barajas.

En sus brazos izquierdos portaban una cinta negra, que sobresalía entre el blanco de sus chándals y el dorado del oro que colgaba de su pecho. Esa cinta unía ayer Pekín con Barajas.