Quizá es habitual, pero la petición de que se devolvieran las banderas al término de la manifestación del Día del Trabajo, ayer en Mérida, sonó a crisis. Como a crisis suenan los ERES --presentes en varias de las pancartas mostradas durante la marcha--, como a grave crisis suenan los cuatro millones de parados que ha sobrepasado España. Un sonido de fondo que no apagaron ni los tambores de los jóvenes que abrían la marcha de ayer, cuyo tono festivo se matizó con el mayor cariz reivindicativo de los últimos años.

Muestra viva de ello fueron los muchos trabajadores que acudieron la cita procedentes de empresas en problemas en la región, como Lusográfica, Alfonso Gallardo o Craminsa. Empleados de esta última firma en Mérida aprovecharon para denunciar que llevan varios meses sin cobrar y que ni siquiera han sido indemnizados tras aceptar los términos de un ERE el pasado mes de marzo. "La empresa recibió subvenciones y después ha ido abandonando la actividad poco a poco y ahora nos vemos en esta situación límite", afirmó Jerónimo Campos, uno de los trabajadores.

Pero no solo espacio para este tipo de reivindicaciones acogió la marcha de ayer, que contaba con participantes de los sectores más diversos: de la educación a la Guardia Civil. "Sí, aunque a algunos aún les cuesta creerlo, aquí estamos, hace ya tiempo que tenemos derecho a manifestarnos", asegura el secretario de la Asociación Unificada de la Guardia Civil de Extremadura, Antonio Blanco, mientras sujeta un cartel que precisamente reivindica ese derecho.

Y es que también hubo espacio para pedir, por ejemplo, el impulso a la ley de dependencia o el trato igualitario para los inmigrantes. A ellos se unió una demanda general para todos: el mantenimiento de las prestaciones sociales. Aparte de devolver las banderas, que estamos en crisis.