Más de 7.500 objetos de gran valor histórico recuperados, siete personas detenidas y cuatro imputadas es el resultado de más de cuatro meses de investigación de la Guardia Civil y el Servicio de Protección de la Naturaleza de Cáceres contra el expolio y daños al patrimonio histórico en Extremadura. Los objetos recuperados, que los agentes de la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil investigan, proceden de 14 yacimientos de la provincia de Cáceres: Jaraíz de la Vera, Monroy, Trujillo, Talayuela, Ahigal, Puerto de Santa Cruz, Losar de la Vera y Santibáñez el Bajo.

Robaban, dañaban el las zonas donde se hallaban ocultos los restos arqueológicos y los vendían a coleccionistas de todo el mundo, principalmente a través de casas de subastas o encargos realizados por internet. Estos eran los quehaceres "casi diarios" de los once implicados, conocedores de la actividad delictiva que realizaban y del valor patrimonial, de esta operación, denominada Badía , según fuentes cercanas a la investigación.

Las investigaciones que han desembocado en la desarticulación de esta red comenzaron el pasado noviembre cuando agentes de la Guardia Civil y el grupo de Patrimonio Histórico tuvieron conocimiento de la existencia de esta banda, que fue sometida a una intensa vigilancia. La observación de estas personas dio sus frutos. "Se vio cómo algunos de ellos, provistos de detectores de metales y útiles para excavar, se dirigían, en ocasiones por la noche, a zonas o localidades donde existen yacimientos arqueológicos para llevar a cabo su actividad ilícita", destacan desde la Dirección General de la Policía y de la Guardia Civil.

Todos los detenidos e imputados son vecinos de distintos municipios de Cáceres, por lo que conocían a la perfección las zonas en las que delinquían. Concretamente cuatro integrantes residían en Navalmoral de la Mata, uno en Monroy, otro en Casar de Cáceres, dos en Hinojal, dos en Plasencia y otro en Cáceres capital, en donde se han practicado seis registros domiciliarios. En estas inspecciones los agentes intervinieron una decena de detectores de metales, con los que los expoliadores buscaban objetos metálicos que pudieran tener valor, mapas topográficos con indicaciones de yacimientos en la región, herramientas para la limpieza del material arqueológico extraído bajo tierra y material para el empaquetado y envío al extranjero de los objetos históricos.

La banda parecía tener delimitada la función de cada uno de sus miembros. Así mientras la mayoría se dedicaba al expolio sobre el terreno, uno de los detenidos, residente en Casar de Cáceres, adquiría los objetos y les daba salida a través de porta