Compraron perros de raza que se murieron al poco tiempo o a los que descubrieron "graves malformaciones". Lo denunciaron hasta en seis ocasiones ante la Guardia Civil y empezó la tarea de los agentes del Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) de Badajoz que hace poco más de una semana descubrió en una perrera ilegal ubicada en el polígono ganadero de Cáceres casi un centenar de cachorros congelados. Con este hallazgo se descubre el entramado que el cacereño Vicente M. M. presuntamente tenía entre manos desde hacía años: un negocio irregular de venta de cachorros con pedigrí que traía desde Eslovaquia a bajo coste y que sufrían grandes malformaciones y precarios cuidados sanitarios. Los cachorros congelados se murieron antes de poder venderlos y los conservaba para poder cambiarlos por otros o recuperar el dinero, estiman los agentes.

El titular de este centro fue detenido y actualmente se encuentra en libertad con cargos. Está acusado de delitos de estafa continuada, intrusismo profesional, falsedad documental y contra la ordenación del territorio, mientras las investigaciones siguen abiertas para esclarecer si también se le podría imputar un delito de maltrato animal, "difícil de demostrar", según un teniente del Seprona, así como posibles irregularidades fiscales, ya que no emitía factura alguna en las transacciones que realizaba. El detenido no estaba autorizado para la venta de animales, ni contaba con los permisos administrativos que precisan las instalaciones que albergan una cierta cantidad de perros y alteraba datos de las cartillas y los microchips. Además, en febrero Sanidad Animal le impuso una multa de 3.000 euros por "poseer un núcleo zoológico sin autorización y no acreditar la vacunación contra la rabia ni la desparasitación".

Antes de la detención del titular de esta explotación ilegal, agentes del Seprona y veterinarios de la Junta de Extremadura registraron la perrera donde hallaron dos congeladores con los animales muertos. Los agentes barajan que estos animales murieron al poco tiempo de su llegada a España y eran congelados para justificar las bajas al proveedor eslovaco. Los agentes también encontraron cartillas sanitarias no válidas, extractos bancarios, medicamentos veterinarios, inyectables y sellos.

También se inspeccionaron 58 jaulas que contenían 75 cachorros de perros de más de diez razas distintas: yorkshire, bulldog francés, bichón maltés, shi tzu, schanauzer y caniches, entre otras. Animales que en países del Este llegan a costar alrededor de 100 euros y que el titular de la explotación vendía por más de 400 en muchas ocasiones y que venían a España sin las preceptivas autorizaciones administrativas. El detenido había movido en un año y sólo por paquetería postal 365.000 euros por la venta de perros, que principalmente hacía a través de internet.

A esta facturación hay que añadir las ventas que realizaba de forma presencial, ya que nunca hacía factura alguna. Una clienta que prefiere no dar su nombre lo confirma. "Yo le compré un yorkshire que me costó 400 euros y jamás me dio identificación del pedigrí que le pedí. Me dijo que ya no era posible y que si quería me daba un pedigrí de otro animal. Me entregó el perro en la calle y se llevó el dinero", relata. Esto fue hace cuatro años y no ha tenido problemas con el animal, aunque confiesa que es "un poco raro. Solo ha tenido dos celos en cuatro años".

En ocasiones Vicente M. M. entregaba un documento que acreditaba la adquisición pero no es válido, según la Guardia Civil, ya que la asociación que figura no está homologada para expedir este tipo de certificaciones. Esta clienta tuvo suerte, ya que muchos de los animales que vendía morían al poco tiempo de su adquisición "posiblemente debido a los precarios cuidados sanitarios desde su nacimiento o a una mala praxis veterinaria aplicada por el vendedor y no por personal autorizado. Además para evitar responsabilidades marcaba los perros con microchips que no coincidían con la identificación de las cartillas. Algunos perros figuraban como vacunados antes de la fechas de sus nacimientos.

Los cachorros, de menos de tres meses y nunca superior a seis, contaban con un pasaporte europeo y se transportaban en camiones procedentes de Eslovaquia hasta las instalaciones situadas en Cáceres. El detenido nunca informaba a los compradores de la verdadera procedencia de los animales y si lo deseaban con pedigrí el precio se incrementaba hasta 200 euros más.

No es dificil encontrar quejas de sus clientes en internet, donde se anunciaba, aunque también lo hacía en tiendas de animales. "A mí me dieron su teléfono en una tienda, él te conseguía el perro que quisieras", añade una de sus clientas. "A mí me ha vendido dos bichón maltés, uno ya se murió y el otro le tengo ingresado. Es todo una estafa", comenta otra de sus clientas a través de un foro. La web de EL PERIODICO ha registrado los casos de otros afectados: "Le compre un yorkshire hará 3 años. El cachorro me duró tres días, le llame 20 veces mientras el animal agonizaba y no me cogió el telefono. Luego me dio otro cachorro pero el disgusto de mi hija no se olvidará nunca" (AGF). "A mí ni me devolvió el dinero ni me dio otro cachorro. Me gasté bastante dinero en veterinarios para intentar salvar la vida de mi perro, incluso lo dejé ingresado en un centro, pero al final murió" (Cachorro muerto).

El Seprona de Badajoz ha llevado a cabo esta operación que instruyen los juzgados número 3 de Badajoz y número 6 de Cáceres.