Se acabó el paraíso marroquí. Los atentados suicidas de Casablanca han desatado la psicosis entre los extranjeros residentes en este país magrebí, donde la visión de un islam tolerante permitía a los occidentales disfrutar de una vida placentera en esa tierra hospitalaria. Esa sensación de seguridad y de país estable ha cambiado, y ya anoche decenas turistas y de empresarios europeos abandonaban el país a toda prisa.

"Una empresa textil británica instalada en Casablanca ha evacuado a todo su personal y sus familias hasta nueva orden", explica Hamid, el dueño de una empresa de coches especializada en el transporte de empresarios europeos. "Otra de las empresas --señala--, aunque no ha dado la orden de evacuar, sí que ha prohibido a sus empleados europeos que vayan a restaurantes, clubs o discotecas. La orden es: hay que quedarse en casa".

MUERE LA IMAGEN

Junto a las 41 víctimas mortales murió también la imagen de Marruecos como país seguro para los occidentales, con las terribles consecuencias que eso va a tener para el turismo y las inversiones extranjeras. "Este atentado --explica un diplomático español-- es el tiro de gracia. Han matado a este país. A Marruecos sólo le faltaba esto. La sensación de inseguridad y peligro va a provocar que los empresarios ya no quieran venir a invertir y que los turistas eviten este país".

Entre los miembros de la comunidad española se extendió una sensación de miedo. "Siento cierto temor. No tanto porque los españoles podamos ser objetivos, sino porque tememos que los lugares que frecuentamos puedan ser objetivos de un atentado", explica Manuel, de la embajada.

Además del miedo, es la hora de las preguntas. "Me pregunto --reconoce Manuel-- si es sólo el principio de una cadena de atentados; un foco o hay mucha gente infectada de odio hacia Occidente; si éste va a volverse un país donde no se pueda vivir".

"Lo que me interesa --reconoce una becaria española-- es saber quién ha perpetrado esta masacre", añade.