Arranque el coche sin pisar el acelerador. Si es de gasolina, dispóngase a circular. Si es diésel, espere unos segundos y proceda. Salga en primera pero cambie a segunda enseguida, recorridos unos seis metros. Si el tráfico y la calzada lo permiten, siga subiendo marchas. No tenga miedo de saltar de segunda a cuarta, o de tercera a quinta (que no, que al coche no le pasa nada). Frene solo lo necesario, olvídese de los pequeños toquecitos a los pedales... porque gracias a estas acciones reducirá el consumo de combustible en un 15% y hasta en un 20% cuando ya esté habituado.

EL PERIODICO participó el jueves pasado en una clase práctica de conducción eficiente organizada por el RACC (Real Automóvil Club de Cataluña) y pudo comprobar que ese discurso teórico no es nada exagerado, que los vicios y las malas actitudes en la carretera son muy malos acompañantes y un lastre para el bolsillo. "Ahorro económico, menor contaminación, mayor seguridad en la conducción y aumento de la vida del vehículo" son los efectos que se pueden lograr con este método, resumió el monitor Vicente Marigot antes de que los asistentes se pusieran al volante.

Fue arrancar el primer conductor y empezaron a surgir los errores. "No hace falta que aceleres tanto para salir. Es imprescindible prever lo que va a ocurrir, así también reduciremos el estrés. Te has fijado en el coche de delante para andar y te ha tocado frenar porque el semáforo aún estaba rojo", le comentaba el instructor.

"Vicente, ¿no es malo que haga ese troc troc troc cuando vamos a poca velocidad y en una marcha larga? Parece que se vaya a calar", se preocupaba un alumno. "Tranquilos, ese ruido no es malo. También hay gente que dice: ´ese coche no tiene fuerza porque lo revolucionas poco´, y lo que pasa es que son ellos los que conducen demasiado fuerte y gastan mucha más gasolina".

Acaba el turno del primer aprendiz: ha recorrido 4,7 kilómetros y ha tenido un consumo de 7,9 litros a los 100 kilómetros. El segundo alumno, que juega con ventaja porque ya se sabe algunos trucos, consumirá 6,2 litros a los 100 en el mismo trayecto. Y eso que también habrá cometido muchos errores. El primero, pisar el embrague sin necesidad ("si vas a más de 20 kilómetros por hora, el ralentí consume más que tener la marcha puesta y no pisar el acelerador", le advierte el profesor). El último, ir por el medio en una calle de tres carriles cuando el de la derecha está libre. "Como los otros coches pueden sorprenderte adelantándote por la izquierda y por la derecha, vas más tenso y pisas más el freno y el acelerador", concluye el instructor Marigot.