A lo largo de la última década el fuego ha arrasado en Extremadura más de 125.000 hectáreas, consumiendo el 5,1% de la superficie forestal extremeña. En este panorama los tres últimos años han sido los peores de este periodo y el 2005, con más de 17.500 hectáreas quemadas --sin contabilizar el incendio en Alía-- sólo desde junio, es ya el segundo ejercicio más negativo desde 1995.

Los informes que maneja el Ministerio de Medio Ambiente no dejan lugar a dudas. Desde 1995 (sólo faltan los datos de enero a junio de este año) se han producido en Extremadura 11.732 incendios que han arrasado 126.456 hectáreas. De éstas, 36.116 corresponden a zonas arboladas y al menos otras 11.400 a las dehesas y monte abierto (aquí no se incluyen los datos de los dos últimos años por no estar disponibles aún en la web de Medio Ambiente), uno de los ecosistemas más característicos de la comunidad autónoma.

Esto supone que en la última década ha ardido un terreno equivalente al 5,1% de la superficie forestal extremeña o el 3% de toda Extremadura, un territorio similar a la cuarta parte de La Rioja o de Islas Baleares.

RADIOGRAFIA A la hora de analizar cuáles han sido los peores años de este periodo, los datos del Ministerio de Medio Ambiente confirman que el 2003 destaca sobre el resto con 43.558 hectáreas calcinadas. Le siguen el 2005 --con 17.569 hectáreas contabilizando únicamente este verano-- y el 2004 --con 15.780,2 hectáreas--. En total, en los últimos tres años el fuego ha acabado con unas 77.000 hectáreas, con lo que en sólo tres ejercicios ha ardido el 60% de los terrenos calcinados en la última década.

Si se incluyen en la comparativa los cuatro años anteriores, hasta 1991 (hasta ahí llegan los informes publicados por Medio Ambiente), es precisamente ese primer año el que presenta el balance más negativo hasta la fecha, con más de 46.000 hectáreas calcinadas. El resto de los ejercicios están por debajo de los registros del último trienio.

Por lo que se refiere al número de incendios declarados en la comunidad autónoma, la media en la última década es de 1.125 cada año y en tres ocasiones (1995, 2003 y 2004) se han superado los 1.300 focos.

En el caso de la efectividad de la lucha contra el fuego el único barómetro que puede utilizarse es el de la velocidad con la que se actúa y que permite que muchos de los incendios no pasen de ser conatos de menos de una hectárea, aunque hay que tener en cuenta que para esto también es importante saber en qué momento se localizó el origen de las llamas.

A falta de este dato esencial, hay que distinguir dos etapas

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