La empresa de turrones El Almendro ha decidido este año no emitir su tradicional anuncio de Navidad con el que llevaba desde los años 80 recordando que diciembre es tiempo de volver a casa. Pero este año, regresar en estas fechas al calor de la familia es un riesgo y toda una incertidumbre para aquellos que viven lejos. El miedo a poder contagiar a los seres más queridos, las restricciones para viajar, las cuarentenas y confinamientos de aquellos a los que les toca en primera persona la enfermedad, las dudas constantes... El covid-19 está cambiando por completo esta Navidad.

Las luces en las calles y balcones invitan a salir, a celebrar, pero los datos diarios de fallecidos y contagiados y las voces de los expertos, a todo lo contrario. ¿Qué hacer? El anuncio de El Almendro con su mítica canción (’Vuelve, a casa vuelve...’) que forma parte de nuestra memoria sentimental no sonará este año a través de las pantallas, pero los extremeños sí quieren volver a casa por Navidad y al menos algunos lo intentarán. Cinco de ellos cuentan a continuación sus planes navideños en tiempos de pandemia.

JOSÉ MANUEL HERNÁNDEZ. Cirujano en Málaga«Pasaré unos días con mis padres, pero con prudencia»

Pasó el covid-19 en febrero cuando todavía no se sabía la que se nos venía encima y ha visto cambiar por completo su lugar de trabajo. José Manuel Hernández es cirujano en el Hospital de Antequera (Málaga) y su idea es pasar Nochebuena y Navidad en su pueblo, Fuente de Cantos (Badajoz).

Por su trabajo, periódicamente se está sometiendo a pruebas de covid y se hará una última antes de viajar a Extremadura. «En todos los test que me he hecho hasta ahora siempre he tenido los anticuerpos altos, con lo cual las veces que he venido al pueblo lo he hecho con relativa tranquilidad. No está claramente demostrado, pero lo lógico es que si tienes altos los anticuerpos que te protegen frente al virus es raro que te vuelvas a contagiar, si no la vacuna no serviría para nada», cuenta. Él volverá a repetirse la prueba antes de poner rumbo a Extremadura, pero aún así insiste en la prudencia y la responsabilidad en estas fechas. «Yo me comporto exactamente igual que si no hubiera pasado la enfermedad y es lo que hay que seguir haciendo, la prudencia es fundamental». Por eso, su idea es pasar apenas cuatro o cinco días en la casa familiar -«la salud mental también es importante», recuerda- y reducirá los encuentros: «este año no haremos la típica cena de otros años, solo con mis padres y mi hermana, grupos reducidos y personas muy cercanas y siempre tomando medidas de distancia y protección». De hecho, cuenta que son sus propias abuelas las que rehúsan besos y abrazos. «Como llevamos tantos meses ya se han tomado hábitos nuevos y los mayores sobre todo los tienen bien aprendidos».

Hernández espera que de verdad reine la prudencia y que no llegue esa tercera ola que los expertos anuncian para después de las navidades. «En el verano no se equivocaron», advierte. El problema principal, indica, es que «en el ámbito familiar nos relajamos; con los amigos mantenemos más las distancias, pero en casa parece que es antinatural estar con mascarilla y alejados y ahí vienen los contagios». Por eso, su mensaje como sanitario es evitar grandes reuniones: «Es posible pasar la navidad solo con los que se convive y manteniendo las distancias».

ANÍBAL MARTÍN. Traductor en Barcelona«Llevo diez días limitando los contactos para no pillarlo»

«Al final, nos hemos acostumbrado a vivir al día, a no hacernos muchas ilusiones ni planes por si hay que cambiarlos a última hora», dice Aníbal Martín, traductor cacereño que trabaja en Barcelona desde hace cinco años. Sin olvidarse de su propia reflexión, compró la semana pasada un billete de tren con destino Extremadura. «Mi plan es irme este lunes a Cáceres y pasar la Nochebuena con mis padres y mi hermana, pero estoy pendiente de si Cataluña levanta las restricciones y también de que Extremadura no cierre. Así que hasta el último momento no sé si podré viajar; si no puede ser al final, pues resignación y ya está». Pero su familia está deseando tenerlo en casa. «Cada vez que hablo con mis padres me vuelven a preguntar: ¿vas a poder venir?», cuenta Aníbal.

Aunque la duda sobrevuela, él se está organizando con la idea de que sí podrá pasar las navidades en Cáceres. «Por suerte desde marzo estoy teletrabajando y no mantengo contacto con mucha gente y mi novio y yo llevamos diez días sin salir con nadie ni traer amigos a casa para evitar riesgos y poder ir ver a la familia más tranquilos; mis padres han pasado los dos el covid pero, aún así, vamos a cuidar mucho el contacto. Las veces que he ido a Cáceres este año siempre con las ventanas abiertas, guardando las distancias, usando mascarillas y con mucho cuidado». Cuenta que no tiene pensado hacerse ningún tipo de prueba o test covid «porque hay que seguir teniendo medidas de seguridad, eso es vital, y estas pruebas son útiles para el control de la pandemia pero ahora mismo pueden dar una sensación irreal de seguridad y no hay que relajarse», advierte. «Pero el año ha sido muy pesado, empezamos la pandemia con mi padre en el hospital y mi hermana y yo lejos y, a pesar de que nos hemos visto un poco en verano, apetece mucho volver en navidades, aunque parecía que iban a ser mejores de lo que finalmente van a poder ser».

IGNACIO CASILLAS Y ANA Mª VÁZQUEZ. Ingeniero y bióloga en Varsovia (Polonia)

«Pendientes hasta última hora de que las PCR sean negativas»

Esta misma incertidumbre que siente Aníbal, la están viviendo desde mucho más lejos Ignacio Casillas y Ana María Vázquez. Ella es bióloga, él ingeniero civil. Ambos cacereños y desde hace varios años trabajan en Varsovia, la capital de Polonia. Desde que viven allí, hay un reencuentro familiar inaplazable, la Navidad. Guardan sus vacaciones del año para estas fechas. ¿Qué haréis este año? «Pues ahora mismo está en el aire», contaban a final de semana. Hace tres semanas se sometieron a una PCR y dieron positivo en covid-19. Llevan desde entonces metidos en casa y ayer volvieron a repetirse la prueba antes de decidir si finalmente se montan en el avión este lunes rumbo a Cáceres. «Los vuelos están comprados desde hace tiempo, pero nos lo vamos a jugar a que la PCR dé negativo». Anoche, a última hora, recibieron por fin la noticia más esperada: ambos tienen PCR negativo. No se la han hecho antes porque en Polonia es más costosa que en España y las listas de espera son «increíbles» en el sistema sanitario público. «Hemos querido esperar hasta la fecha más próxima al vuelo».

Llevan un año sin ver a sus abuelas, más de cinco meses a sus respectivos padres porque se pudieron escapar en verano en un viaje de última hora y están «cansados» de la incertidumbre que se une a la propia enfermedad, que han padecido con cansancio, mocos y tos. «Se empieza a hacer cuesta arriba esta situación, son muchos meses metidos en casa (ambos teletrabajan, aunque a ella su empresa no se lo ha puesto nada fácil) y para nosotros estas fechas son muy importantes porque significan estar con la familia», cuenta Ana. Y aunque puedan volar, no serán tampoco las navidades deseadas. «En mi familia somos muchos y no nos vamos a juntar, todo va a ser diferente».

Finalmente ya están libres de covid-19 y viajarán para estar cerca de la familia, pero no podrán quedarse hasta después de los Reyes como otros años: «Tenemos que regresar el día 4 porque después no hay vuelos». En principio, dicen que no les exigen nada especial para regresar y lamentan que el control de la pandemia en Polonia no es muy riguroso.

MERCEDES PIÑERO. Estudiante de Derecho Erasmus en Salerno (Italia)

«Cancelaron mi vuelo del lunes pasado y espero volar mañana»

A pesar del covid, la extremeña Mercedes Piñero, estudiante de Derecho de Villafranca de los Barros, decidió marcharse en septiembre a Italia para vivir la experiencia Erasmus. Compró el vuelo apenas dos semanas antes porque tuvo dudas hasta el final, pero apostó por seguir su vida de universitaria. «Desde hace años quería irme de Erasmus». A pesar de las restricciones, como que las clases en la Universidad de Salerno donde este curso estudia son on line, dice que está disfrutando de la experiencia. «La mayoría de los Erasmus estamos en un hotel reconvertido en residencia de estudiantes por el covid y así es más llevadero», cuenta.

Desde que se marchó en septiembre, no ha vuelto a pisar la región y este fin de semana tiene previsto coger un vuelo hasta Madrid. Se acaba de hacer una PCR («por 60 euros, más barato que en España que en septiembre me costó 140 euros», dice) que resulta obligatoria para poder volar a Madrid, pero aunque no lo fuera asegura que se sometería a esta prueba para estar «un poco más tranquila». De hecho tenía previsto hacérsela igualmente para volar directamente desde Nápoles, que le pilla más cerca, a Lisboa («donde no exigen PCR») el pasado lunes, pero le cancelaron el vuelo por falta de demanda. «Aunque dé negativo voy a seguir teniendo mucha precaución porque voy a ver a mi abuela y no quiero ni contagiar ni que me contagien». Va a tener suerte, dice, porque hasta apenas unos días la zona donde vive estaba en alerta roja y eso le ha obligado a confinarse durante 15 días.

Ante esta situación, en la residencia universitaria, donde hay una mayoría españoles, se han planteado la opción de pasar las navidades allí juntos para evitar los reencuentros con las familias, «pero hace tres meses que no voy a Extremadura y tengo ganas de ver a mi familia». Mercedes reconoce que ha tenido «miedo» por si había restricciones para volar, ya que la conexión directa entre Nápoles y Madrid no se va a retomar hasta marzo. «No sabía si iban a cerrar las fronteras, pero parece que al final no. Espero no tener problemas para volver a Italia en enero». Porque ella quiere terminar en Salerno su experiencia Erasmus. «No era lo que había imaginado, no piso la universidad y el día a día es un poco monótomo, pero estoy disfrutando».