Cuando se habla de misioneros extremeños la imagen más recurrente es la de José María Caballero. Chema, como le conocen todos, fundó en 1999 un centro de acogida para niños y niñas secuestrados por la guerrilla en Sierra Leona, cuando la guerra se encontraba en su momento más cruel en el país africano. Este proyecto ha permitido la rehabilitación de más de 3.000 niños y ahora, este javeriano nacido en Castuera, desarrolla un programa para sacar a las niñas de la prostitución callejera y trabaja en la creación de escuelas en el norte del país. Todo esto, entre otras muchas cosas, ha llevado a que diversas administraciones e instituciones de la región soliciten que le sea concedida la Medalla de Extremadura.

--¿Qué piensa de todo esto desde Sierra Leona?

--Me ha llegado la noticia por diversas personas, pero la verdad es que todavía no he tenido mucho tiempo para pensar en ello, estoy demasiado liado con los problemas de cada día, construcción de escuelas, buscar dinero para pagar a los maestros... No sabía ni que existía una cosa como esa. Además, es todo un honor que sea la Medalla de Extremadura, porque siempre me he sentido muy orgulloso de ser extremeño y aquí, cuando la gente me pregunta cuál es mi tribu, porque no se entiende el no pertenecer a una tribu, yo siempre digo extremeño. Lo positivo de todo esto es que se convierte en un foro más que puede servir para dar voz a la denuncia que desde hace años estoy intentando transmitir sobre el uso de niños soldados, el tráfico de armas, la lucha por el control de los recursos naturales de Africa y la falta de un comercio justo.

--(Chema se dedica estos días a recorrer Sierra Leona para visitar a alguno de los niños que han salido del centro, antes de que las lluvias le impidan moverse). ¿Qué está pasando con estos niños en pleno proceso de paz?

--El centro se cerró porque se firmó la paz, en estos momentos es más fácil que estos niños se disuelvan en la sociedad y no puedan ser identificados como niños soldados, pero seguimos con pisos tutelados en los que viven los niños cuyas familias no hemos encontrado o se han negado a abrirles sus puertas. 3.025 niños han sido reunidos ya con sus familias, aunque todavía nos quedan 200 en estos pisos. Pero siempre decimos que nuestro gran fracaso son las niñas. Sólo un cinco por ciento de los chicos que logramos sacar de la selva tras la firma de los acuerdos de paz entre la guerrilla y el Gobierno eran niñas y eso significa que murieron muchas.

--¿El principal problema ahora son las niñas?

--Sí, exacto, es el problema más grande, porque, un niño, para que se pueda recuperar tiene que contar su historia, pero con las niñas es más difícil por los abusos y las violaciones a las que han sido sometidas. El 90% de las chicas mayores de diez años han sido violadas en Sierra Leona. Pero, además, aquí hay muchos occidentales y muchos soldados y muchas chicas han encontrado en la prostitución un medio de vida.

--¿Cómo se desarrolla un día normal en su trabajo?

--En Sierra Leona somos 20 javerianos, pero a estos proyectos sólo me dedico yo y el trabajo depende de como salga el día. En Africa hay que ir improvisando mucho. Después de la misa de la mañana visito escuelas, a niños, tengo charlas con las comunidades, con las familias...

--Hace poco se publicó un libro del fotógrafo Gervasio Sánchez, ´Salvar a los niños soldados´, con historias de los chicos que han pasado durante este tiempo por el centro de Caballero (para ello, el fotógrafo estuvo al lado del misionero durante cuatro años).

--El objetivo era denunciar y que se conozca todo lo que está pasando con estos niños y lo que está ocurriendo en el país.

--¿Ha leído el libro?

--No, no soy capaz de hacerlo porque sería como recordar todo lo que he vivido, son historias muy fuertes y sería remover muchos sentimientos porque vivimos años durísimos. Pero todos los que lo han leído coinciden en señalar que es un libro serio que transmite muchas esperanzas.

--¿Y no necesita hablar de todo lo que pasó, como deben hacerlo los niños soldados?

--Posiblemente eso es lo que he hecho con Gervasio durante estos cuatro años.