Bicicleta, cuchara, manzana. Son las tres palabras que el expresidente de la Generalitat Catalana, Pascual Maragall, no supo memorizar en un test para detectar si tenía alzhéimer, según cuenta un documental presentado ayer que refleja su batalla contra esta enfermedad. Tres palabras sencillas, del día a día, que probablemente tampoco recordarían las 15.000 personas afectadas por deterioro cognitivo en Extremadura. 15.000 personas de las que casi la mitad, el 47%, aún no son conscientes de su problema porque no están diagnosticadas. Así lo manifestó ayer, Día Mundial del Alzhéimer, la consejera de Sanidad y Dependencia de la Junta de Extremadura, María Jesús Mejuto.

La demencia es la pérdida de facultades mentales a consecuencia de un proceso de degeneración cerebral. Suele afectar a personas mayores y su causa más frecuente es el alzhéimer --aunque existen otras, como la demencia senil o los infartos cerebrales--. Las personas con demencia presentarán, a lo largo de la enfermedad, trastornos del comportamiento tales como síntomas depresivos, ansiedad, irritabilidad, trastornos del sueño, agresividad, manifestación de quejas e insultos, todo ello acompañado de una actitud muy negativista.

Unos síntomas que sufren no solo los 15.000 enfermos, sino también sus esposas, maridos, hijos, hijas y nietos que ven con impotencia cómo un ser querido se va deteriorando poco a poco hasta quedarse sin recuerdos. Y son testigos porque casi el 94% de los mayores que padecen estas patologías sigue residiendo en su casa y son los propios familiares los que se encargan de su cuidado diario, su aseo o su bienestar. Así lo reconocía ayer la propia Mejuto al señalar que en la región "solo 1.000 casos de los 15.000 reconocidos están institucionalizados".

Sin embargo, según Mejuto, en estos momentos, el Servicio Extremeño de Promoción a la Autonomía y Atención a la Dependencia (Sepad), centra sus esfuerzos en que "el diagnóstico sea lo más precoz posible --parece que es la única forma de frenar el avance de la enfermedad-- y el apoyo a las familias para que los enfermos permanezcan en su entorno el mayor tiempo posible".

Una teoría que también comparten desde la Asociación de Familiares de Enfermos de Alzhéimer y otras Demencias de Mérida (Afam). La presidenta de la agrupación, Antonia Blanco, confirmó a este diario que "es muy importante que los enfermos vivan en su entorno, que sientan el calor de su casa el mayor tiempo posible, ya que al encontrarse en un lugar extraño, como puede ser una residencia, pueden volverse más agresivos y desorientarse".

Así, Blanco anima a los afectados a que tengan a los enfermos el mayor tiempo posible bajo su cuidado y opta por dejar las residencias para los estados avanzados. No obstante, destaca la importancia de acudir a una asociación como Afam, "porque los familiares no están preparados para enfrentarse a lo que supone el alzheimer". Además, desde las asociaciones también se presta ayuda en el cuidado de los enfermos, facilitando por ejemplo, la prestación de los servicios de un auxiliar en tareas tan importantes como el aseo diario. Y de igual forma, los afectados acuden periódicamente a las instalaciones de la agrupación para realizar terapias cognitivas que les ayuden a mantener las facultades mentales que una vez que pierdan, no recuperarán nunca.