Fue apoteósico. Por la puerta del hotel aparecía Curro Romero: besaba por aquí, saludaba por allá. Surgía luego Carmen Tello, la esposa del torero, con su modelito fastuoso de Ladrón de Guevara, y decenas de cacereños se hacían fotos con ella. Pasaban diez minutos de las siete y un Hola de carne y hueso se desplegaba a la entrada del hotel Extremadura.

Allí estaban, todos juntos, al mismo tiempo y en 20 metros, Enrique Ponce de chaqué y Paloma Cuevas de rojo Valentino; Nuria Roca conduciendo un Lexus, Rafi Camino sonriente, Pepe Luque serio y sieso, Nati Abascal impresionante...

Y una prima de Carolina Herrera, y un señor de pelo blanco que resultaba ser Arturo Beltrán, empresario de la plaza de Vista Alegre, montado en un Rolls Royce, y Finito de Córdoba, y Arantxa del Sol, y Oscar Higares... Todos a la vez, todos a mano, codeándose con cientos de cacereños que gritaban, piropeaban y besaban frenéticos a sus personajes favoritos del planeta rosa.

La tarde había empezado sosita: ocho paparazzis, tres niñas, dos seguratas de amarillo, el cura oficiante de la boda yéndose en taxi y señores desconocidos llegando en BMW. Pero dieron las siete y aquello se desmadró. Podías charlar tranquilamente con Vitoriano Valencia, suegro de Enrique Ponce, y preguntarle por su regalo de boda. "Lo ha escogido mi hija, seguro que les gusta".

Guiños y besos

Te guiñaba un ojo cómplice Paloma Segrelles, te decía adiós con la mano José Manuel Soto, te lanzaba un besazo César Cadaval, el de los Morancos. Y los cacereños se envalentonaban y opinaban. "Pues Paloma Cuevas será muy guapa, pero está en los huesos", juzgaba una señora. "La más frescachona y simpática es la mujer de Curro Romero", sentenciaba otra.

Se marchaba Kiril de Bulgaria. Una multitud de señoras en traje de cóctel detenía al príncipe. Eran las invitadas a la boda cacereña de Celia y Alfredo, cuyo banquete finalizaba en esos momentos en el hotel. "Que se pare, que tiene que salir la prima Mari". Y la furgoneta Expert de la prima Mari se colaba delante del Mercedes búlgaro.

Las damas de cóctel buscaban después famosos para fotografiarse con ellos: un retrato con un Bohórquez, una instantánea con un Terry, una foto de familia con un Puig. Una señora zamorana, más fría y analítica, calibraba modelitos y resumía las tendencias nupciales para este verano: "Se llevan el azul, el mantón de Manila y los volantes y no se llevan los bolsos".

Para quien lamente haberse perdido tanto floreo, queda un consuelo: la novia, Carolina Adriana, suele acercarse por Ciber Just , un cíber cacereño situado tras el Gobierno Civil, para consultar su correo electrónico. En las últimas semanas ha ido dos veces y lo hace siempre que viene de compras a Cáceres.