Indignación en la calle. Incredulidad y sorpresa en el Gobierno. Crítica generalizada. La salida de la cárcel de los cinco miembros de la manada ha desatado una ola de crispación, solo contestada por la defensa de los procesados, feliz porque la Audiencia de Navarra le ha dado la razón y ha admitido sus argumentos para dejar libres a los cinco condenados a nueve años de prisión por abusar sexualmente de una joven madrileña de 18 años en los Sanfermines del 2016. En la mañana de ayer, los acusados depositaron la fianza de 6.000 euros con una transferencia bancaria. Por la tarde, volvieron a pisar la calle tras casi dos años de reclusión.

A las 18 horas, José Ángel Prenda, Jesús Escudero y Ángel Boza, abandonaro el centro penitenciario de Pamplona. Los tres vehículos que les esperaban marcharon a gran velocidad. Los otros dos reos, Antonio Manuel Guerrero y Alfonso Jesús Cabezuelo, dejaron la prisión militar de Alcalá de Henares una hora y media después. La fiscalía de la Comunidad de Madrid ha ofrecido apoyo a la víctima, a través de su abogado, y si es preciso protección policial.

La fiscalía y las acusaciones han anunciado que recurrirán la decisión de excarcelar a los procesados, condenados por abuso sexual y no por agresión sexual, al considerar los jueces que no existió intimidación. Los recursos que presenten serán de súplica, los únicos posibles. Es decir, deberán resolverlos los mismos magistrados que el jueves acordaron dejar en libertad bajo fianza a los acusados. Es improbable que modifiquen su criterio.

Como pasó en abril con la sentencia condenatoria, el tribunal está dividido. En aquella ocasión fue el juez Ricardo González quien emitió un voto favorable a los condenados, al ver en el video que ellos grabaron sexo en un ambiente de «jolgorio». Ahora, la correlación de fuerzas ha cambiado. A este magistrado, que siempre ha defendido la inocencia de los acusados, se ha unido Raquel Fernandino, que se pronunció a favor de imponer los nueve años de prisión a cada uno de los miembros de la Manada. Los dos han dejado solo al presidente del tribunal, José Francisco Cobo, que ha abogado en su voto particular por prorrogar la prisión provisional por «la gravedad del delito» y el riesgo de fuga.

DOS CONTRA UNO / En definitiva, dos contra uno. Un resultado que ha permitido que los procesados estén en la calle. No la veían desde el 7 de julio del 2016, un día después de los hechos, cuando fueron detenidos. Si no se revoca esa decisión, verán pasar los días desde sus casas de Sevilla. Al menos, hasta que el Tribunal Superior de Justicia de Navarra resuelva si confirma o modifica la sentencia. Será en unos meses. «Van a estar con sus familias que es el objeto de la demostración de la existencia de un arraigo», afirmó ayer el defensor de cuatro acusados, Agustín Martínez Becerra, que se mostró «sorprendido» porque las fuerzas políticas se hagan eco del rechazo «de la calle», siendo esta la que, en su opinión, parece que «dicta las resoluciones judiciales».

La Audiencia de Navarra no ha aceptado la tesis de la fiscalía y las acusaciones de que los condenados debían continuar entre rejas. Podían estar en situación de prisión provisional durante cuatro años y medio, la mitad de la condena. Los jueces destacan que con la condena de nueve años se ha producido «una más que notable reducción» de las penas solicitadas por las acusaciones, de hasta 22 años y 10 meses de prisión, y que no existe riego de fuga porque los procesados no tienen medios económicos. También descartan la reiteración delictiva, pues el caso es mediático y los acusados conocidos. A todo eso, añade que residen a más de 500 kilómetros del lugar donde vive la víctima y que garantizar «su tranquilidad y su sosiego» es algo que puede «procurarse mediante la adopción de medidas menos gravosa que la prolongación» de la prisión provisional.

Los magistrados se acogen a la presión social para justiciar que los reos no pueden cometer de nuevo un delito y enfatizan que los procesados no tienen antecedentes por acciones de esa naturaleza. «La repercusión que ha tenido el caso y la presión que ha desatado han alimentado un rechazo social de tal magnitud respecto que ello permite cuestionar fundamentalmente ese hipotético riesgo de reiteración delictiva», sostienen.

SIN MEDIOS PARA HUIR / También desmontan la posibilidad de que huyan. Primero, porque no se ha cuestionado su arraigo familiar y social. Segundo, la fiscalía y las acusaciones no han concretado en que se sustenta la sospecha de que puedan fugarse. Y, tercero, «consta la insolvencia de todos los condenados», a excepción de uno que tiene embargada una vivienda, «careciendo» de medios económicos «para procurarse una fuga eficaz» e instalarse en algún lugar en «el que no pudieran ser hallados». Los magistrados tampoco han tenido en cuenta que cuatro de los cinco procesados tienen un caso por abuso sexual en Andalucía.

Los jueces han tomado medidas, como la obligación de los condenados de comparecer tres días a la semana en el juzgado de guardia de su localidad, prohibición a acceder a la Comunidad de Madrid, donde vive la víctima, o acercarse o comunicarse con ella. También se les impide abandonar España.