TUtna cosa es no alarmar a la población, y otra mantenerla desinformada. Es más: una cosa es alarmarla inútilmente, y otra, también muy distinta, es alarmarla útilmente, en proporción al riesgo real que corre. El Gobierno, que respecto a la pandemia de Gripe A se mantiene sumiso a las difusas y confusas directrices comunitarias, parece comenzar a entender, no obstante, que la ciudadanía espera de él algo más que palabras tranquilizadoras. En consecuencia, la titular de Sanidad, Trinidad Jiménez, empieza a descender al territorio real de ese virus infecto y a instruir a sus potenciales víctimas, bien que con unos meses de retraso, sobre lo que debe hacer para resguardarse de sus efectos. Por ejemplo, lavarse mucho las manos.

Se comprende que la Unión Europea, que sigue siendo una organización fundamentalmente económica y comercial, no quiera saber nada de cuanta medida preventiva afecte a la producción, a la generación de riqueza, al consumo, al dinero. En realidad, parece claro que cualquier cosa que se haga para limitar los contagios, desde aplazar el inicio del curso escolar hasta desaconsejar las aglomeraciones, tendría un gran impacto en la economía, negativo ciertamente, pero ¿quién ha dicho que hay que anteponer los intereses económicos a la salud y a la vida de las personas?

La UE, y pegado a ella el gobierno de España, están a verlas venir, esto es, a ver qué pasa en septiembre, cuando la gente deje de rular por esos mundos vacacionales y se junte de nuevo en la vida ordinaria, y cuando los niños, a muchos de los cuales sus progenitores suelen llevar malitos al colegio, retornen a él. No hace falta decir que semejante inacción, que ese sesteo, puede tener consecuencias devastadoras en la lucha contra ese virus que se extiende imparable día a día.

Tal vez, por tanto, sería conveniente que la gestión de la pandemia no la llevaran en exclusiva los políticos, y que se creara un Consejo o Comisión de especialistas, investigadores y científicos con amplia autonomía y vinculante poder decisorio. De haber existido ya ese Consejo, hace varios meses que sabríamos que es conveniente lavarse las manos constantemente.