"Una piensa que es momentáneo, que tú la dominas a ella... hasta que ves que no". Este podría ser el inicio de la historia contada por cualquier joven que empieza a reconocer que tiene un problema con las drogas, pero afortunadamente es el relato de alguien que ya ha dejado atrás ese mundo, de una mujer valiente que logró afrontar la oscuridad para recuperar a sus hijos.

Es la vida de Antonia Pérez Haro, Toñi, una sevillana de 42 años afincada en Extremadura desde hace una década. Cuando tenía 26 años y tres hijos a su cargo la vida comenzó a irle mal. Aunque prefiere no entrar en detalles, explica que fue entonces, "bastante mayorcita, cuando me pasaron una serie de cosas, me sentí sola e intenté evadirme de todo".

Pero ese camino de evasión le llevó a convertirse en adicta a la cocaína y a la heroína, un problema que arrastró durante 8 años. Un día se dio cuenta de que "económicamente era una ruina, mi familia estaba destrozada y había llegado a perder a mis tres hijos... todo estaba en mi contra y eso me hizo pensar bastante".

Sin madurez

Así que dio el paso y entró en el Proyecto Hombre, donde, con el apoyo de su entorno, logró desengancharse . "Pero no estaba madura", asegura, y a los cuatro años volvió a caer en el pozo de la droga. Después de otros años oscuros alguien le habló de un centro en Llerena.

Así que cogió la maleta sin decírselo a nadie e ingresó en un piso de la ONG Alucod en una fecha que nunca olvidará: "Fue el 8 de abril de 1997". Tras un año y medio en tratamiento, con terapias psicológicas y metadona lo logró: "Acabé dejando atrás todas las sustancias y nunca más he vuelto a ver ni a probar la droga".

Ahora ha conseguido recuperar a su familia y junto a ella viven en Llerena sus tres hijos, de 15, 19 y 24 años.

En esta nueva etapa colabora en lo que puede con Alucod, una organización que gestiona la comunidad terapéutica La Casa Roja . A estas alturas de su vida siente ganas de "ayudar, aportar" y de hacer ver a los drogodependientes que "lo principal es tener un centro y personas que les ayuden".

Por eso, cuando ve a chicos jóvenes que empiezan a consumir cocaína con el lema de yo controlo por bandera, se le viene toda su historia encima. "Se me estremece todo el cuerpo porque no saben lo negro que es el mundo que están empezando a andar, como no lo supe yo", afirma.

Aunque es difícil dar consejos en este tema, si pudiese hablar con ellos les aconsejaría, sobre todo, "que se agarren a sus padres y hermanos mayores, que vayan a un centro, que salgan al principio, que todavía se puede".