Todavía colapsados por el dolor, todas las preguntas se dirigían ayer a saber el porqué. Por qué sucedió semejante atrocidad. Qué circunstancias provocaron el accidente ferroviario más grave de la historia reciente. El balance escala ya a 80 pasajeros muertos, una cifra tristemente provisional porque los hospitales gallegos contaban anoche 35 heridos en estado crítico. Esto permite aventurar que el número de fallecidos probablemente aumentará en las próximas horas. La madrugada de ayer fue eterna y, con la llegada de la luz del día, la fiesta nacional de Galicia para mayor desgracia, el descubrimiento del amasijo de hierros en el que se convirtió el tren en el acceso a Santiago de Compostela dejó las retinas noqueadas.

Solo faltó el vídeo del accidente. A media mañana se difundieron las imágenes de la cámara de seguridad de Adif, el administrador de la infraestructura, del lugar del siniestro. Son 11 segundos. Suficientes para captar que el Alvia procedente de Madrid y con destino a El Ferrol iba demasiado rápido. El modo en el que se empina el segundo coche del S-730 e impacta contra el muro pone los pelos de punta. Después, vuela otro vagón y se ve una explosión, originada por los depósitos de gasóleo que lleva un tren híbrido de este tipo (que funciona con diésel en los tramos sin electrificar). Eso, sumado a la revelación del propio maquinista de que circulaba a 190 kilómetros por hora, puso por primera vez en entredicho la impoluta reputación de las líneas de alta velocidad.

CUSTODIADO EN EL HOSPITAL El conductor del tren, Francisco José Garzón Amo, cogió esa velocidad en un punto en el que el máximo permitido es 80 kilómetros por hora. A la espera de que el titular del juzgado número 3 de Santiago le tome declaración y las cajas negras del tren avalen esa confesión, el exceso de velocidad es la causa que toma más fuerza, a pesar de que algunos sindicatos de maquinistas señalaron que el siniestro podría ser resultado de una concatenación de cosas.

En el impacto de las 20.41 horas del miércoles, Garzón resultó herido en un costado y con un fuerte golpe en la cabeza, además de rasguños por todo el cuerpo. Pero estaba perfectamente consciente. Por eso quien le acompañó hasta el hospital fue una patrulla de la Policía Nacional en vez de una ambulancia. Según explicaron fuentes cercanas a la investigación, el hombre se derrumbó en el vehículo y no paraba de repetir: "Se me fue, se me fue, ha sido un error humano". El trabajador de Renfe fue detenido y acusado de 80 homicidios imprudentes. Anoche seguía en el hospital, custodiado por varios agentes. Aunque la policía no le interrogará hasta hoy, el hombre ya evidenció en esa primera conversación extraoficial que era consciente del motivo del descarrilamiento.

No obstante, la prioridad para las autoridades judiciales era y es identificar a las víctimas, practicar las autopsias con la máxima diligencia y rigor para que no haya fallo alguno. De las 80 víctimas, el Tribunal Superior de Xustiza de Galicia había identificado hasta las 21.00 horas a 67 personas. Al resto se les tendrán que practicar pruebas de ADN para confirmar su identidad, un proceso largo y complejo por el mal estado en el que están los 13 restantes, advirtieron fuentes cercanas a la investigación del siniestro.

El titular del juzgado ya ha avisado de que su objetivo es atender a los afectados y a sus familias, que ayer peregrinaban hasta el polideportivo Multiusos de Sar de Santiago para tener noticias de los suyos y recibir apoyo psicológico. Hasta que no complete ese proceso, no interrogará al maquinista, aunque tiene el límite de 72 horas de detención. Las escenas de dolor en los centros sanitarios donde estaban los heridos y en el edificio Cersia, en

el que los equipos de emergencia iban informando a los allegados se sucedían. A las pesquisas judiciales se suman también las emprendidas por la comisión de accidentes del Ministerio de Fomento y por las dos empresas públicas afectadas, Renfe y Adif. Las cajas negras que están en manos de las autoridades judiciales tendrían que arrojar luz sobre lo ocurrido y confirmar la velocidad inapropiada. Hay que tener en cuenta, tal como admitieron los técnicos del Ministerio de Fomento en el momento de la inauguración del trazado, en diciembre del 2011, que la curva previa a la bifurcación de A Grandeira, a solo cuatro kilómetros de la estación de Santiago, tiene un diseño complicado.

El cambio de velocidad máxima permitida es brusco. Se pasa de 220 kilómetros por hora a 80 y, a pesar de que algunas fuentes ferroviarias consultadas por este diario insistieron en que la obligación del maquinista era conocer pormenorizadamente el recorrido que iba a realizar, todavía se desconoce qué le pasó por la cabeza para no adaptarse. A ese descenso abrupto se suma el cambio del sistema de seguridad a ASFA, que para más inri deja en manos del propio conductor saltarse los límites de velocidad, ya que se trata de un dispositivo más anticuado del que habitualmente hay en las líneas del AVE.

Y mientras los médicos de los distintos centros hospitalarios se preocupaban de los 94 ingresados, ni Fomento ni Renfe ni Adif quiso ser demasiado explícita sobre lo ocurrido. La operadora ferroviaria se limitó a asegurar que su tren había pasado una revisión la misma mañana del miércoles. Adif apuntó también que la infraestructura estaba en perfecto estado. La jefa de ambos, la ministra Ana Pastor, prefirió dedicar sus pocas palabras a recordar a las víctimas. La titular del departamento, de origen gallego, acompañó al presidente Mariano Rajoy en el recorrido que hicieron por la zona del accidente poco antes del mediodía, junto a un afectado presidente de Galicia, Alberto Núnez Feijoo.

UNA SEMANA DE LUTO El gobierno autonómico, que desde el primer momento anuló todos los actos vinculados con la festividad de Santiago, decretó una semana de luto oficial. El Gobierno de Rajoy, tres. Las muestras de pésame se reprodujeron en todos los organismos del Estado. El rey Juan Carlos, acompañado de la reina Sofía, también se desplazó a Galicia para apoyar a los afectados de la catástrofe ferroviaria. Por la tarde, la zona de la aldea de Angrois, donde se produjo el siniestro, fue un continuo ir y venir de gente que iban a ver el lugar de la tragedia.

Y una vez se aclare si toda la responsabilidad fue del maquinista; si tuvo algo que ver el brusco decalaje que marca la hoja de ruta respecto a la velocidad máxima; si falló algún mecanismo... Se enterrarán las víctimas, se curarán los heridos y las familias llorarán sus pérdidas. Entonces se planteará si se debe seguir el ritmo impreso por Fomento para que el AVE llegue a Galicia, una inversión cuestionada en una época de recortes pero a la que Rajoy y Pastor no quieren ni pueden renunciar. Justamente por esa deuda con los gallegos, la de ofrecerles trenes con trayectos de viaje competitivos, se ideó esta mezcla de tren --el híbrido--, en una infraestructura con sistemas de seguridad combinados --ASFA y ERTMS-- y aprovechando el trazado de una curva de un recorrido anterior.