Todos los martes Martín saca el saxofón y comienza la fiesta en la residencia Cervantes de Cáceres, donde vive hace poco más de un año. Así anima a todos los residentes y a él mismo. "Soy músico desde los 14 años, he dado clases y también tenía una charanga". Pese a sus 87 años, solo hace dos que dejó de impartir clases, "con los años me va costando un poco más", dice, pero no falla a su cita semanal. "Me sirve de distracción y doy alegría a los que vienen a verme". Y así seguirá, mimando sus notas cada martes, mientras sus pulmones le dejen.