Los errores de precisión de los bombardeos aliados se multiplican. Varios civiles murieron y otros resultaron heridos cuando un misil cayó ayer en el barrio residencial de Al Karrada, en el noroeste de Bagdad, según testigos citados por varias agencias de prensa cuyos testimonios fueron confirmados por oficiales iraquís, que sin embargo no supieron precisar el número exacto de víctimas.

El misil cayó justo antes del anochecer y provocó un gran incendio, dijeron los testigos. La nueva matanza de civiles se produjo en una jornada en la cual la capital iraquí fue constantemente castigada por el fuego aliado. Bombas y misiles destruyeron un campo de entrenamiento de los paramilitares fedayines, un edificio de los servicios secretos iraquís, un palacio presidencial que suele ser utilizado por Udai, el hijo mayor de Sadam Husein, y también varias baterías de misiles tierra-aire iraquís.

DOS CENTRALES TELEFONICAS

Los bombardeos también destruyeron las centrales telefónicas de Salhia y Adamia, que se sumaron a las ya bombardeadas de Saadún, Rashid y Mamún. Según fuentes oficiales, "más de un millón de líneas telefónicas" han quedado fuera de servicio en Bagdad tras la destrucción de las cinco principales centrales telefónicas. En estos días difíciles, los bagdadís están aislados del mundo. No pueden telefonear a sus parientes ni, en caso de emergencia, contactar con hospitales o estaciones de bomberos. "Si quieres saber cómo se encuentra alguien, no te queda más remedio que coger el coche e ir a verlo", dice Reduan, un comerciante.

Numerosos barrios tienen todos sus teléfonos fuera de servicio, y en varios cuyas centrales telefónicas no han sido afectadas directamente sólo se puede llamar a los números del mismo distrito. Muchos iraquís que han enviado a sus familias a sus pueblos o fuera del país viven con la angustia de no poder hablar con ellas. Además, los servidores de internet también han quedado fuera de servicio, y los habitantes de la capital no tienen acceso ni a la red ni al correo electrónico. Hablar con el exterior, en otras palabras, es prácticamente imposible.

"No podemos llamar a la Cruz Roja porque aquí no tenemos teléfono", se lamentaba un médico del Hospital San Rafael de Bagdad, poniendo así de relieve los daños a servicios básicos para la población civil que están causando los bombardeos.

Los ataques han dejado sin hogar a muchas familias que vivían en los alrededores de las centrales, y si nadie ha muerto es porque la gente ha aprendido de la experiencia de la guerra del Golfo. "Como en 1991 ya bombardearon la estación de Adamia, sabíamos que iban a volver a atacarla, así que cada noche dormimos en el refugio", explicó Hicham Abdulyabar, un joven de 19 años.

BOMBAS CERCA DE HOSPITALES

Ni la presencia de hospitales junto a las instalaciones detiene a los bombarderos. El centro Sadam de Cirugía Cardíaca quedó gravemente dañado por la onda expansiva de los cuatro misiles que destruyeron la central de Salhia, en la manzana de al lado. "Menos mal que la gente sólo viene a tratarse y que nadie se queda a dormir", dijo un empleado.