Participar quiere decir estar también en las decisiones. Para que dejemos de ser presa fácil para el Imperio y pongamos la potencia de todo lo que somos y hacemos en una región orgullosa de tener la mayor riqueza: gentes que vivimos y crecemos en relaciones sociales limpias, éticas con nosotros mismos y con los demás en un entorno conservado y diverso.

Para que los ciudadanos cuenten más allá de los resultados electorales, a través de una participación real e institucional nueva, para que la política real y efectiva deje de estar manipulada por multinacionales, bancos y grupos financieros. En concreto desearíamos: participar en las decisiones de nuestros pueblos, ciudades y mancomunidades, como recoge la normativa de las administraciones locales. Modelos como la Agenda 21 mancomunal o los presupuestos participativos en ayuntamientos deberían funcionar.

Participar en las decisiones regionales y nacionales. Ejemplos como la Convección de acceso a la información, la participación del público en la toma de decisiones y el acceso a la justicia en asuntos ambientales deberían imponerse de hecho y de derecho. Desde Adenex apostamos por que las distintas administraciones dejen de poner trabas y obstáculos a la participación social y ciudadana, incluso en la toma de decisiones. Es nuestro mayor déficit democrático.

Queremos unas energías eficientes, renovables y limpias, basadas en la energía solar y el ahorro. Ni la nuclear, las térmicas o el complejo petroquímico son industrias de futuro. No queremos perder la calidad de vida que da el trabajo en los pueblos y ciudades de tamaño humano. El uso eficiente del agua, la dehesa como patrimonio común, los ríos con vida, el paisaje en equilibrio entre lo urbano y lo rural, y las iniciativas locales son las mejores exportaciones de nuestro quehacer. Queremos que sean más fáciles las comunicaciones en red y que el transporte público entre localidades sea una realidad asequible.