Le gusta decir que es hijo de un "falangista honrado" y que él es un socialista de los que creen en Dios y en la igualdad de los seres humanos. Su mensaje es claro, popular y populista. Su dicción reclama de inmediato la atención de quien escucha. Nació en Salobre (Albacete), se formó en los jesuitas, comenzó su actividad política en 1969, "cuando ni podías soñar con el poder y te jugabas la cárcel", y es uno de los valores del PSOE. El martes dejará de ser ministro de Defensa. Su futuro político es una incógnita.

Durante los 27 años que José Bono ha ocupado cargos públicos ha demostrado un gran sentido de la imagen y una alta sensibilidad hacia los problemas de las mujeres y de los más desfavorecidos. Por ejemplo: fue el primero en contratar ujieras en el Congreso de los Diputados cuando alcanzó el cargo de secretario de la Cámara y también fue el primero en promover la ley de la paridad en la Asamblea Regional de CastillaLa Mancha, cuyo Gobierno presidió durante 21 años.

Se inició en la política de la mano de Enrique Tierno Galván en aquel Partido Socialista Popular que se fundió con el PSOE en 1979. Como abogado defendió a sus amigos de Comisiones Obreras que fueron asesinados en el despacho de calle de Atocha en febrero de 1977, antes de las primeras elecciones democráticas. Representó a la familia de Luis Javier Benavides, que era nieto del general Luis Orgaz Yoldi, un oficial que conspiró con Franco en Canarias, organizó la sublevación contra el Gobierno de la República y dirigió las tropas contra Madrid en noviembre de 1936.

Carrera de éxitos

Tras el ingreso en el PSOE salió elegido diputado en 1979 y 1982, pero dejó el escaño para presentarse a la presidencia de Castilla-La Mancha. La desintegración de la UCD facilitó su triunfo y desde entonces ha sido reelegido, elección tras elección. Llevaba cuatro triunfos consecutivos, tres con mayoría absoluta; había consolidado las instituciones, visitaba cada día la región, se interesaba por los problemas de la gente, plantaba cara al Gobierno central y, además, era amigo del arzobispo Marcelo González, martillo de socialistas.

En el 2000 --tras el fracaso electoral y la dimisión de Joaquín Almunia-- optó a la secretaría general del PSOE, pero perdió por seis votos frente a José Luis Rodríguez Zapatero, con quien se ofreció a colaborar. Contra pronóstico, el PSOE de Zapatero recibió once millones de votos en las elecciones del 13 de marzo del 2004 y se convirtió en presidente del Gobierno con el apoyo de ERC e IU-ICV. Bono aceptó formar parte del Gobierno como ministro de Defensa y dejó la presidencia de Castilla-La Mancha.

La retirada de Irak

El primer encargo de Zapatero, incluso antes de tomar posesión como ministro de Defensa, consistió en explicar al secretario de Defensa de EEUU, Donald Rumsfeld, las razones por las que España se iba de Irak. Eran sencillas: los españoles habían votado contra la guerra y las tropas españolas no iban a asumir los cometidos bélicos contra los shiís que les ordenaban los norteamericanos.

De inmediato ayudó a las familias de los militares fallecidos en el accidente del Yak-42, las acompañó a Turquía y las ayudó a tramitar las pruebas de ADN para la identificación de los restos. Treinta de los 62 fallecidos habían sido mal identificados. Aquella amarga experiencia le ayudó a no repetir los errores del Gobierno del PP cuando el verano pasado tuvo que enfrentarse a la muerte de 17 militares en un accidente de helicóptero en Afganistán.

Dos grandes leyes: la de la Defensa Nacional, que implica al Parlamento en la decisión de enviar tropas al extranjero, y la de tropa profesional, aprobada el jueves y que dignifica la vida de los soldados, junto con una subida extraordinaria de los sueldos de los militares, harán que sea recordado como un buen ministro de Defensa.