Decía el ensayista extremeño Manuel Martín, según recoge el también historiador extremeño Moisés Cayetano en un artículo, que la emigración de Extremadura "no es una sangría, sino una hemorragia", y así ha sido en los últimos siglos, aunque la desbandada más importante en número fue la de los años 50, 60 y parte de los 70 del siglo pasado, cuando salieron de la región casi 670.000 extremeños, forzados por la miseria, según los datos de Moisés Cayetano.

Ahora, muchos están optando por el retorno, y no sólo aquellos que, ya jubilados, vuelven a lo que fueron sus casas en el pueblo. También regresan sus hijos, como lo muestra el dato ofrecido por la Dirección General de Migraciones, Cooperación y Prestaciones, al indicar que la edad de los retornados está entre los 20 y los 39 años.

Las razones del retorno --a un ritmo de 5.000 personas por año, y 46.000 en la última década-- son muy similares a las que forzaron la marcha. En los años del desarrollismo franquista, Extremadura quedó marginada y no ofrecía apenas oportunidades, mientras que otras regiones, sobre todo Madrid, Cataluña y el País Vasco, vivían un auténtico boom económico.

En los últimos tiempos, estas mismas zonas han sufrido crisis industriales y reconversiones que han expulsado mucha mano de obra de las factorías, mientras que en Extremadura se producía una mejora de las condiciones económicas y laborales, y comenzaba a crearse tejido industrial y empresarial, aún muy incipiente.

Además, desde la Junta se ha promovido el fenómeno del retorno, con programas específicos para facilitar el regreso de los emigrantes y medidas como la prevista en el nuevo plan de vivienda, de reservar una parte de las casas a los emigrantes que quieran volver.

Nueva emigración

Sin embargo, y a tenor de los datos que maneja el Instituto Nacional de Estadística (INE), la región, pese a frenar la sangría poblacional, no logra corregir el declive demográfico, ahora, eso sí, menos numeroso.

Los estudios del INE indican que en el último decenio la región ha recibido, además de a los emigrantes retornados, a unos 8.000 inmigrantes provenientes del extranjero.

Sin embargo, los bajos índices de natalidad, que no logran compensar los fallecimientos, y, sobre todo, la marcha de jóvenes a otras regiones, provocan un descenso de la población. Así, las cifras de saldo migratorio apuntan que este indicador fue favorable a Extremadura en el bienio 1993/94, donde ganó 2.400 habitantes. Sin embargo, a partir de ahí la tendencia se quebró, especialmente desde 1998, donde el saldo ha sido negativo a un ritmo de más de 3.000 personas por año, el quinto más alto del país.