Hablar del Peri emeritense, Aldea Moret, Suerte Saavedra o el San Lázaro placentino es para muchos hacerlo de marginalidad y conflictividad. Las noticias que cíclicamente irrumpen en los medios ponen a los vecinos de estos barrios extremeños en las portadas de los periódicos. Sus vidas se asocian a la delincuencia pero de ellas poco o nada se sabe más allá de lo que los medios cuentan cuando un trágico suceso acontece en la zona. Tiroteos, tráfico de drogas, de armas... Cerca de esa espiral de violencia conviven personas cuyas historias distan mucho de esa realidad que aparece en los telediarios. Ciudadanos que ni se atreven a dar su nombre por miedo a represalias, por medio a sus propios vecinos que practican en sus barriadas la ley del más fuerte. Sienten terror mezclado con desconfianza al ver a un periodista o una cámara fotográfica. Viven en una especie de amenaza constante, en un mundo donde hay que bajar la voz para hablar de determinados temas y mirar a un lado y a otro para estar seguro de que nadie vigila sus palabras.

Que en sus barrios se trafica con drogas para muchos es un secreto a voces como también lo es el que otros porten armas de fuego. La clave es "no meterse con ellos", señalan algunas fuentes. Las grandes ciudades son lugares propicios para el asentamiento de estas zonas que para algunos comienzan a ser una especie de guetos del siglo XXI.

Por gueto se entiende una situación o condición marginal en la que vive un pueblo, una clase social o un grupo de personas. Una definición que encaja con el panorama en el que conviven los vecinos del barrio placentino de San Lázaro. A sus calles no llega el servicio de limpieza, el alcantarillado está taponado y el suministro de agua cortado.

Un poco más al sur de la comunidad, en Cáceres, se encuentra otro barrio cuyas carencias y conflictos hacen muy difícil el día a día de algunos de sus vecinos: Aldea Moret. Aunque reconocen que las condiciones han mejorado con los años y que antaño era más peligroso, todavía echan en falta una mayor implicación institucional y más seguridad en el barrio.

Desde el punto de vista sociólogo se explica por qué surgen estas zonas denominadas marginales. Pilar Contreras de Vera, decana del Colegio Oficial de doctores y licenciados en Ciencias Políticas y Sociología de Extremadura, establece una relación directa entre la pobreza y las dificultades para salir de ella. "Eso se traduce en falta de acceso a los servicios o dificultad para ello y características comunes como bajos recursos económicos, escasez de infraestructuras, de información y formación, de participación en políticas públicas...", señala Contreras de Vera. De este modo se convierten en espacios estigmatizados propicios para el desempleo, la pobreza, la marginalidad y como consecuencia de ello, la violencia. Para Contreras de Vera si estas situaciones no se corrigen con el tiempo aumentan y suponen, además, una verdadera amenaza.

LA FINALIDAD ¿Cuál es el objetivo entonces de mantener o crear estas zonas en las ciudades? Desde el punto de vista sociológico se destaca que no existe un objetivo preconcebido. Su existencia "se justifica doblemente".