No veo ninguna necesidad de esconder una evidencia. Hoy ha sido un día malo, una jornada mala en líneas generales para mi equipo. Alejandro y yo no hemos podido estar al nivel que deseábamos y, por qué negarlo también, se nos ha empezado a escapar el Tour.

La verdad es que el CSC nos ha sacado de punto en el Tourmalet; en la subida con Voigt y en la bajada --y lo digo en términos cariñosos-- con el animal de Cancellara, ¡qué bestia! El martirio ha comenzado en el Tourmalet.

El Tourmalet es una montaña muy diferente a todas las escaladas hasta ahora. Allí, si te sacan de punto, como así ha ocurrido, lo mejor es dejar de dar pedales cuatro segundos, coger aire y marcar tu ritmo. Yo lo he hecho a falta de dos kilómetros, con el convencimiento de que coronaría con apenas 15 segundos y que enlazaría sin problemas en el descenso. La mala fortuna ha sido que cuando me he descolgado estos cuatro metros he mirado a un lado y allí estaba Alejandro en idéntica situación. Y han ido a por él.

La pega es que hemos estado a ocho segundos de enlazar en la bajada. Ocho segundos, nada más. Ellos salían de una curva, justo en el momento en que nosotros entrábamos. Pero era la última curva. A partir de allí y hasta Hautacam solo había rectas, un territorio donde Cancellara, él solito, nos ha eliminado.

Yo no podía permitir que Arroyito tirase en solitario de nosotros. Era el último esfuerzo, el último suspiro para intentar que Alejandro perdiera el menor tiempo posible. A Cancellara parecía no afectarle. A nosotros nos ha acabado de asfixiar y hemos rebentado en Hautacam.

*Excampeón del Tour