Bien está que los derechos humanos se apliquen por igual entre todos los humanos.

Ahora bien, las barbaries inhumanas, practicadas sin ninguno de los derechos, y en contra de la vida de las personas, no parecen encajar en la ecuanimidad de las partes.

¿Dónde está la ecuanimidad en la venganza política que extermina una vida humana en nombre de no se sabe qué justicia o humanidad?

En este desequilibrio condenatorio parece imperar lo disperso entre las leyes, las doctrinas y las togas. Motivo por el cual deambulan el desamparo y la intranquilidad entre los legítimos y justos deseos de las familias a las que se les arrebató injustamente la vida de sus seres queridos