Ribera del Fresno despide conmocionada a su cartero por su «labor social y gran corazón». El fallecido ejerció toda su actividad en el municipio. Francisco Cadena Carmona nació en Ribera del Fresno el 29 de septiembre de 1936. Francisco leía y escribía muchas de las cartas que enviaban los usuarios. Francisco Cadena, el cartero de Ribera del Fresno, un gran hombre lleno de sabiduría, honradez y buen corazón fallecía la pasada noche del jueves 2 de diciembre, el municipio donde ejerció su profesión durante más de 40 años, tras una larga enfermedad. A sus 74 años, recibió la veneración de un pueblo al buen hacer de una persona especial, que además de dignificar su trabajo fue transmisor de los mejores valores sociales durante toda una vida dedicada a los demás. El funeral tuvo lugar la tarde del viernes a las cuatro y media en la Parroquia Ntra. Sra. de Gracia. Vecinos, amigos, familiares y representantes de la Corporación municipal que dirige Antonio Fernández Garcia, afirmaron juntos la fortuna de conocer a este gran hombre que durante cuatro décadas puso todo el cariño a una profesión, la de cartero, que poco tiene ya que ver con el sistema de correspondencia actual. Francisco, el cartero de Ribera era un hombre muy querido e importante en Ribera del Fresno. Senderos a pieSiempre a pie, como durante 40 años, Francisco iba a llevar la correspondencia, pero no sólo se limitaba a localizar a cada persona y entregarle su carta, en la mayoría de las veces tenía también que leerlas y muchos casos también redactarlas, dado el alto grado de analfabetismo de sus habitantes. Llamar a los vecinos a gritos o dejar las cartas detrás de la ventana eran hechos habituales. Francisco siempre fue una persona culta, en aquellos duros años su máquina de escribir fue el vehículo de transmisión de muchas epístolas de Ribera. Francisco, el cartero era además el encargado de realizar numerosas actividades bancarias y burocráticas gracias a su generosidad y a la confianza ciega de sus paisanos en su incorruptible honradez que le ha acompañado siempre.En la actualidad, las nuevas tecnologías y medios de comunicación han desplazado en muchos lugares al olvido a los queridos carteros rurales, profesionales muy apreciados y esperados, que solían ser portadores de buenas noticias.Hoy los carteros han quedado relegados a traernos al buzón, la publicidad de grandes almacenes o las temidas facturas mensuales. Ya son muy pocas las cartas que se entregan. Esas cartas que hace años eran motivo de ilusión, lazos de amistad, proyectos de amor o la única vía de comunicación entre las familias, muchas separadas por la necesidad de emigrar de muchos habitantes de los pueblos de Badajoz. Esa querida correspondencia ha quedado ya obsoleta y fuera de uso. Cierta melancolía se respira ya al pensar en aquellas viejas cartas escritas a mano o a máquina y en especial a esos carteros llenos de humanidad. Una realidad, hoy casi en extinción por las ventajas que ofrecen otros sistemas de comunicación, más rápidos, más eficaces, pero por quizá mucho menos interesantes. Claves en la vida ruralCarteros como Francisco Cadena, eran piezas claves en la comunicación. Currantes legendarios, que casi siempre a pie daban vueltas kilométricas, por allí donde no todo es asfalto y ladrillo. En la pequeña localidad de Ribera, no han olvidado a su cartero rural y a su especial entrega con sus habitantes, a los que conseguía localizar a toda costa para hacerles llegar esa misiva tan deseada. Figura icónica del folklore rural, presente en la tradición literaria y aún más en la memoria de los abuelos, el cartero de pueblo era una mezcla de psicólogo, confesor, redactor y un consultorio para todo y con carácter vitalicio. En sus manos quedaba la posibilidad de comunicación de todas las familias y numerosos trámites administrativos. Su humanidad y especial carácter le hacía también ser la persona que se encargaba de consolar a los familiares en aquellos duros momentos. Labor socialLas nuevas tecnologías y comunicaciones han logrado que, poco a poco, el correo alcance los rincones más recónditos de nuestra geografía, pero aún existen entornos rurales donde es posible -y necesario- desempeñar una labor muy parecida a la de Francisco, el cartero de Ribera. Su labor social difiere mucho al del cartero actual. Es más complicado porque hay que desplazarse mucho, el envejecimiento de la población es grande y las anécdotas y quehaceres son miles. El simple hecho de encontrar un domicilio puede requerir mucho tiempo y caminar durante horas. Francisco Cadena, el cartero de Ribera, fue durante años una figura central en la vida del pueblo o la comarca. A él acudían todos los vecinos con toda clase de peticiones: el simple hecho de recibir una carta por correo certificado suponía una causa de estrés para personas mayores que vivían aisladas:«¿Cómo se abre? ¿Quién la envía? ¿Por qué les ha llegado?» Con ella en la mano, acudían inmediatamente a Francisco, él sabrá qué hacer. D.E.P.