Esperando el autobús de la línea 2, en la calle Antonio Hurtado, empezó a llover fuerte y con viento, pero era medio soportable. En la penúltima parada, donde me tenía que bajar, llovía a raudales, pero fue al bajarme, en la avenida de la Bondad, cuando el viento me arrastró y me tiró al suelo como un papel.Empezaron a caer ramas, tejas...y era tal el viento y lluvia, que apenas te permitía agarrarte a nada. Un chico que se bajó en esa misma parada, me sujeto, me levantó, no sin esfuerzos y como pudimos agarrados y esquivando ramas y tejas, pudimos resguardarnos en un portal.Fue terrible, además de una locura.