La última película de Ilex de la Iglesia sigue al pie de la letra las directrices de la comedia negra con las que el director vasco se ha hecho un hueco en el cine español contemporáneo. Pero ese hueco es cada vez más pequeño. Pese a que todas sus películas tienen alguna u otra cosa de interés, la inspiración del cineasta mengua en cada nuevo filme.

Crimen ferpecto no tiene la misma mordiente que Muertos de risa , el filme de De la Iglesia que más se le parece, y su negrura es menos espesa que la de La comunidad . Tampoco tiene las imágenes de choque de El día de la bestia , la mejor obra de su autor.

Y eso que la última cinta del director vasco se mueve en un territorio bien reconocible. Un aplicado Guillermo Toledo interpreta a un vendedor de grandes almacenes que aspira a lo más alto. Ha nacido para vender y triunfar, pero su trayectoria impecable en el terreno laboral y el sexual se trunca a causa de un homicidio involuntario y la pasión que por él siente la empleada más fea de los almacenes, personaje interpretado con un plus de estridencia por Mónica Cervera.

De la Iglesia se desliza por varios tópicos sin acabar de subvertirlos y sólo hacia el final, cuando abraza descaradamente el esperpento, el filme eleva su tono.

Atrapado sin remisión por la empleada en la que nunca había reparado, que lo sabe todo sobre el crimen imperfecto, el protagonista intenta desembarazarse de ella y no se le ocurre otra cosa que inspirarse en el cine: la buñueliana Ensayo de un crimen , el falso documental En la mente del asesino y Crimen perfecto son sus referencias.

Crimen ferpecto es dislocada por convicción y desmesurada por voluntad, sobre todo en lo que atañe al personaje del asesinado, interpretado por un renacido Luis Valera.

Pero en ningún momento supera lo logrado por Alex de la Iglesia en anteriores propuestas, como si el listón hubiera quedado rebajado. Quizá se imponga un cambio de dirección.