El Espacio Europeo de Educación Superior deja atrás el largo periodo de las teorías para aproximarse al plano de la realidad. Las universidades españolas deberán entregar sus propuestas de planes de estudios para los nuevos títulos de Grado en enero del 2009, "si no ha cambiado la fecha a lo largo de esta entrevista", ironiza el rector cansado de tanto vaivén legislativo. En octubre del 2010 la diplomaturas y licenciaturas pasarán a la historia.

El ministerio pisó el acelerador y pretendía impartir los primeros Grados el próximo curso

-- Habrá dos tandas pero a la primera no llega nadie.

Tampoco hace falta correr tanto...

-- Desde luego. Ha sido un camino que lo hemos recorrido todos mirando por el espejo retrovisor y no vamos a estropear la buena costumbre al final. En España muchas veces es muy difícil implantar las cosas.

¿Por qué?

-- Hay muchos intereses. Sobre todo de los colegios profesionales que tienen una fuerza tremenda. A veces parece que a algunos equipos ministeriales les tiembla el pulso... Estos grados que en España son de cuatro años en muchísimos sitios son de tres. Nunca he entendido por qué.

¿A qué desajustes se refería en la apertura de curso?

-- Lo que quiero indicar es que en un escenario como el que plantea el ministerio, donde no hay un catálogo cerrado de títulos, la versatilidad es muchísima. Desde dobles títulos o itinerarios desde los que se acceda a varias titulaciones... y si en algunas ramas ha habido un deterioro de la demanda, lo único que digo es que se aproveche esa flexibilidad. Deben ser los especialistas los que decidan.

¿Tendrán los centros la voz cantante en este debate?

-- No, la voz cantante está muy establecida en la ley. Y cada uno tiene la voz cantante en un determinado momento. A nivel de centros a lo mejor tienen la voz cantante en decir cómo optimizaríamos los recursos. De ahí para afuera ya cantan otros.

Cuando se habla de la baja demanda siempre se apunta a las Humanidades pero no son los únicos...

-- Los movimientos estudiantiles han sido cíclicos. Y Humanidades, efectivamente, ha sufrido una caída, como también las ciencias experimentales, las tradicionales.

¿Pero una universidad puede prescindir de esas ciencias porque no son atractivas para los estudiantes?

-- Sería un tremendo error si la moda o el mercado impone tu hoja de ruta. Hay que optimizar y aprovechar esa flexibilidad y no se puede prescindir de estas enseñanzas. Porque son necesarias y porque tienes recursos. Y porque a lo mejor mañana cambia el ciclo y nos da por lo otro. Las universidades son estructuras rígidas, públicas, que nadie puede adaptarlas tan rápido como evolucionan estas tendencias.

Hablando de casos concretos, ¿podría garantizar que a pesar de tener poca demanda la Uex mantendrá la Filología Portuguesa, por ejemplo?

-- No sé como quedaría. A lo mejor hay una titulación con muy pocos estudiantes pero a la Comunidad Autónoma le interesa, por lo que sea. Dudo mucho que la Filología Catalana se vaya a suprimir aunque haya 4 alumnos, por decir una.

¿Y qué pasará con el profesorado?

-- Hay mil cosas interesantísimas para el profesorado. La formación de postgrado es una puerta muy interesante. Aquí nunca ha habido formación de máster, a nivel oficial, ha habido muchas instituciones que imparten ese título pero sin el más mínimo control.

Y ya funciona en la Uex

-- Ya funciona. Con problemas porque el ministerio se empeñó en lanzarse primero antes de definir los grados.

¿Debe el postgrado ser una continuación del grado?

-- No tiene por qué. Hay muchos aspectos formativos que van dirigidos a profesionales. Y hay otro tipo de máster que son de oportunidad, de materias transversales. Luego estarán otros másteres más orientados a la investigación, para personas que quieran seguir el doctorado.

Al final la Junta es la que tiene la última palabra ¿está en consonancia con los intereses de la Uex?

-- Ya he tenido alguna conversación en plan informal. La Junta lo que nos debe marcar son sus líneas estratégicas, para evitar trabajos que luego no sirvan para nada.