El fundador de Facebook, Mark Zuckerberg, alardea de que esta red social en internet tiene "más de 175 millones de usuarios, si fuera un país, sería el sexto más poblado del mundo". Dicho esto, lo que quizá debería haber previsto es que era muy factible que se produjera una rebelión social contra las nuevas condiciones de convivencia. El día 17, confirmó que Facebook cambiaba su Constitución para tener "licencia perpetua y mundial" sobre todo el contenido, quedándose con las fotos, textos y demás información que colgaran los usuarios pese a que estos decidieran darse de baja. Un día después, temeroso de un golpe de Estado y presionado por el amago de denuncia de la Electronic Privacy Information Center, al padre de la criatura no le quedó más remedio que recular: "Volvemos a las anteriores normas de uso mientras se trabaja en la nueva versión de la web".