El Premio Nacional de las Letras Españolas, que cada año, desde el Ministerio de Cultura, distingue la trayectoria literaria de un autor en cualquiera de las lenguas del Estado, recayó la semana pasada en Juan Goytisolo (Barcelona, 1931) y la concesión tiene todo el sabor de la justicia poética: por fin un estamento oficial reconoce al escritor español más desarraigado y disidente, también al más incómodo y menos complaciente. Pero estas consideraciones parecen afectar más a los lectores de Goytisolo que al propio autor, definido por el ministro de Cultura y miembro del jurado, César Antonio Molina, como "enemigo de los premios". Para el autor la noticia no es "ni buena y mala".