El escritor Juan Manuel de Prada ha ganado el Premio Biblioteca Breve 2007 con la novela El séptimo velo , galardón que se ha falló la pasada semana en Barcelona. El premio, convocado por la editorial Seix Barral, tiene una dotación de 30.000 euros.

Galardonado en 1997 con el Premio Planeta con La Tempestad , este escritor vasco ha recreado en El séptimo velo la obsesión del protagonista, Julio, por conocer su pasado. Y es que al personaje se le revela un secreto familiar oculto durante medio siglo.

A partir de ahí, Julio empezará a desempolvar episodios oscuros de la II Guerra Mundial. Para ello, emprende un viaje por la Francia ocupada, la España convaleciente de la Guerra Civil y la Argentina que sirvió de refugio a notorios nazis, siguiendo los pasos de Jules Tillon, un hombre misterioso que como Julio tuvo que bucear en su pasado para poder seguir viviendo.

Juan Manuel de Prada nació en Barakaldo en 1970, pero pasó su infancia y adolescencia en Zamora. Con su primer libro, Coños (1995) y los relatos de El silencio del patinador (1995) sorprendió a la crítica por su imaginación y su audaz uso del lenguaje.

A esta edición se han presentado un total de 392 obras, en un año en el que han aumentado los originales procedentes de Latinoamérica. Las temáticas más recurridas han sido la novela intimista, la histórica y sobre todo, tramas en torno a la literatura. Seix Barral publicará el original premiado a finales de febrero.

El jurado colocó en la solapa de Juan Manuel de Prada la insignia de oro que llevaron antaño otros ganadores del histórico galardón, como Mario Vargas Llosa, Guillermo Cabrera Infante, Carlos Fuentes o Juan Benet. En absoluto intimidado --calificó El séptimo velo como una obra de "gran ambición y larguísimo aliento"--.

El autor de Las máscaras del héroe y Las esquinas del aire se adentra pues en el campo minado de la recuperación de la memoria histórica, una operación que ha calificado en sus artículos de "paparrucha". En la novela se lee que "el olvido no es una enfermedad de la memoria, sino una condición de su salud y de su vida". De Prada dejó clara su opción personal: "La memoria a menudo sirve como coartada para desenterrar fantasmas, arrojarnos los muertos a la cara. Pero debe servir para mirar al futuro. ... La recuperación del pasado debe ser siempre misericordiosa, si no no es fecunda".