Charles Darwin, el científico que desterró el papel divino en la creación del hombre, fue un revolucionario a la fuerza. Consciente de la conmoción y trascendencia de su descubrimiento, Darwin se resistió durante dos décadas a dar a conocer sus controvertidos hallazgos. "Era como confesar un crimen", declararía el naturalista, cuya teoría, bien probada, sigue siendo objeto de una polémica, atizada por los creacionistas. La exposición que se acaba de inaugurar en Museo de Ciencias Naturales de Londres ofrece, hasta mediados de abril, un recorrido bien documentado de la vida y la obra de Darwin justo cuando se cumplen 200 años de su nacimiento.