Con la pompa con la que acostumbra aliñar sus retos cumplidos con la historia, China desveló la semana pasada la primera foto de la superfecie lunar obtenida por el satélite Chang E I. Un hito que pone sobre la mesa la pujanza económica y tecnológica del gigante oriental y el relevo que en los últimos años se ha producido en la carrera espacial: el tradicional eje Washington-Moscú ha dejado paso al pulso cerrado entre China, Japón y la India.