Empezó a escribir a los 5 años y en poco más de un mes va a cumplir 80. Con una producción literaria de unas 40 obras, entre cuentos y novelas, y poseedora de casi todos los premios, Ana María Matute, la única escritora con sillón en la Real Academia Española, da envidia por su frescura física e intelectual. Esta barcelonesa no se aburre en soledad, "ni me concibo sin escribir", una pasión que practica porque "siempre hay un tema, algo que me inquieta, que tengo que sacar de dentro, que tengo que explicar".

Con motivo de su 80 aniversario, Destino ha reeditado su trilogía medieval.

La ocasión es una buena excusa para repasar con la escritora su trayectoria vital que, de tener título, se llamaría rebeldía. Promete "genio y figura", y pese a que el tiempo lima asperezas, "seré rebelde hasta el final". "Las injusticias, la sensación de impotencia ante ellas, la crueldad, la falta de amor, la intolerancia religiosa...", cuenta, son razones para seguir con su actitud.

LA MEMORIA

"Escribir es mi forma de estar en el mundo", afirma esta mujer que no recuerda su vida como un camino de rosas. Su pasión por la historia con mayúscula florece en todos sus relatos convencida de que "un mundo sin memoria sería horrible".

Ganadora del Premio de la Crítica y del Nacional de Literatura en 1959, asegura que, como casi todos los narradores, ella también escribe siempre el mismo libro. En el de Matutes es una constante la inadaptación al mundo ordenado establecido o las dificultades para pasar de la adolescencia a la madurez. "Al fin y al cabo, todos somos víctimas de nuestros demonios familiares", explica.

Como buena supersticiosa que dice ser, no habla del nuevo libro que escribe. Sólo que tratará sobre el deseo y se titulará Paraíso inhabitado . "El deseo --explica-- es algo muy importante en el ser humano; cuando uno desea algo tanto, lo más maravilloso que puede pasar es que jamás se cumpla".

El 26 de julio de 1925 nacía en Barcelona la segunda hija de un matrimonio formado por un catalán y una riojana. Ana María recuerda de la infancia su precaria salud, la falta de cariño de su madre, compensada por las historias que le contaba su padre, y el pueblo riojano de Mansilla de la Sierra, donde pasó muchos años y muy felices. La educación religiosa de las Damas Negras --"¡el nombre se las trae!", dice-- le afiló la lengua. Hoy las recuerda así: "Eran tremendas, incultas, crueles, resentidas, cotillas...".

Pese a que le hubiera gustado una infancia sin angustia, Matute reconoce que ha tenido experiencias enriquecedoras.

Con la adolescencia, "decidí que era atea" pero con los años "me han vuelto las creencias" en un dios que es un compendio de todos. Y comenta con gran sentido del humor, "si no son verdad, no me voy a enterar; y si lo son, pues miel sobre hojuelas". En todo caso, "hace más feliz creer en lo que el corazón nos dice que debemos creer".

A los 5 años escribió su primer cuento, ilustrado por ella misma, pero la guerra civil lo echó todo a perder. Ana María tampoco tuvo suerte en su matrimonio, del que nació su hijo Juan Pablo, con el que vive --"y con mi nuera, que es maravillosa"-- y al que sólo le reprocha no haberle dado nietos.

LITERATURA INFANTIL

A la autora de Primera memoria , ganadora del Premio Nadal, le gustan los niños. A ellos ha dedicado buena parte de su creación, inventando bosques mágicos, duendes y mundos fantásticos. "Empecé a escribir para niños cuando fui madre", recuerda.