Faltan poco más de 12 horas para que Marc, de 18 meses, emprenda sus primeras vacaciones fuera de la Península. Perplejo, observa cómo sus padres andan de aquí para allá con las maletas.

Sus padres han decidido disfrutar de la compañía de su hijo a tiempo completo, algo de lo que, por obligaciones familiares, no pueden hacer durante el resto del año. Irán a un hotel en régimen de todo incluido, porque, aunque les encanta el turismo cultural, dada la edad del niño quizá sea lo más cómodo. Y en casa, a la hora de hacer las maletas, parece que haya pasado un tornado. Toneladas de pañales y toallitas. Juguetes. Papillas. Biberones y leche en polvo. Decenas de recambios de ropa. Bañera infantil hinchable. Botiquín. Set de playa. Carnet de vacunación. Y, además, los enseres personales de los padres. Es paradójico que el equipaje se haya multiplicado por tres debido a la existencia de alguien físicamente tan pequeño.

Viajar con niños requiere prestar atención a asuntos que, en otras situaciones, ni siquiera se nos pasarían por la cabeza. Según la edad de los niños, el medio de transporte y el destino, cada viaje deberá prepararse cuidadosamente para poder reaccionar ante posibles incidentes e imprevistos. Una buena planificación hará que las vacaciones resulten más seguras, tranquilas y divertidas para todos.

En cuestión de salud, más vale prevenir que curar

La prevención en materia de salud es prioritaria cuando se viaja con niños. Si se viaja a un país en vías de desarrollo, además de la vacunación se debe consultar al doctor sobre la medicación específica para tratar los problemas más frecuentes de la zona. Si nuestro destino es un país de riesgo, hay que estar atentos a la posibilidad de que aparezcan enfermedades hasta pasadas unas semanas desde la vuelta a casa.

Si nos dirigimos a países de la Unión Europea, del Espacio Económico Europeo (Islandia, Liechtenstein o Noruega) o a Suiza, se puede acudir al sistema público de cada país si se lleva la tarjeta sanitaria europea (TSE). Se trata de una tarjeta individual, por lo que hay que hacer una para cada miembro de la familia. Se expide al momento, en cualquier centro de atención de la Seguridad Social.

Un poco de todo a la hora de preparar las maletas

La ropa es otro elemento importante a tener en cuenta. Siempre es preferible que las prendas sean de algodón o de tejidos naturales y además, hay que incluir chubasqueros y algo de abrigo, y mucho más si se viaja a regiones de montaña o del norte. Si, en cambio, el destino es un lugar que no se conoce, hay que hacerse una idea del tiempo que hace habitualmente.

Para saber el tiempo que hace en las principales ciudades del mundo se puede acudir a la web www.weather.com.

Nos alojemos donde sea, descansar no es aburrirse

Nos alojemos donde nos alojemos, hay que prever que en el lugar haya espacios abiertos y áreas recreativas para los niños.

Si se alquila un apartamento o una habitación en una casa rural o refugio, es muy posible que muchos de ellos dispongan de facilidades para niños, lo que ahorrará el cargar con tronas, juguetes, bañeras, etcétera.

Cualquiera que sea el destino del viaje, toda la familia tendrá la necesidad del descanso. Para ello, en esos momentos, algo de lectura, libros de colorear, recortables, sets de plastilina o puzzles pueden hacer más entretenidos esos momentos.

En el botiquín remedios para caídas o picaduras

El contenido del botiquín de viaje debe tratar los problemas habituales: los niños tienen más tendencia a marearse que los adultos, se caen más a menudo y son presa fácil de mosquitos y medusas.

Además del jabón o el agua oxigenada, el algodón y las gasas, el esparadrapo, el protector solar, el paracetamol o aspirina, el repelente de mosquitos, las pastillas para el mareo y las tiritas, podemos añadir el aceite de árnica para contusiones y dolores musculares, la tintura de manzanilla como analgésico antinfeccioso, el gel de aloe vera para quemaduras leves y remedios homeopáticos entre otros medicamentos.

Llevar un kit en el bolsode mano para emergencias

Tanto si se trata de ir en avión como de hacer una ruta a pie, es necesario llevar a mano una bolsa o pequeña mochila con todo lo necesario para cualquier emergencia infantil.

Son imprescindibles las tiritas y los pañuelos de papel o las toallitas húmedas, así como agua. Además, para no irse de presupuesto, se puede incluir algo de picoteo para comer.

Por último, no hay que olvidar añadir una gorra para el sol o alguna pieza de abrigo. Para los niños, es conveniente no olvidarse de la muda de recambio.

A lo largo del viaje mucha calma y tranquilidad

Además de las maletas, los juguetes y el botiquín, al irse de vacaciones con niños es imprescindible cambiar el chip con respecto a los viajes hechos sin ellos. Esta experiencia es un gran aprendizaje acerca de uno mismo, de los límites, y de lo que un viaje debe suponer.

Y es que no se trata solo de planificar, sino también de saber cambiar de planes cuando la situación lo requiera. No atenta contra el honor de los padres el hecho de no acabar una ruta programada o no visitar todas las salas del museo que se habían previsto. Es mejor parar a tiempo que tras un "no puedo más" entre sollozos; es mejor ver dos o tres monumentos que llevar a cabo una maratón cultural a base de enfados y amenazas. Simplemente, no hay que perder de vista el objetivo principal: todos, niños incluido, debemos disfrutar del viaje.