"Allá donde esté, Miguel se estará comiendo un paquete de palomitas, no compradas en Cines Yelmo, y viendo la película de aquí abajo". Son palabras de Ledicia Costas, escritora gallega y viuda del también escritor coruñés Miguel Ángel López, más conocido como El Hematocrítico, que falleció de forma repentina la semana pasada.

La pérdida repentina e inesperada del Hematocrítico ha conmocionado al mundo de la cultura y las redes sociales en España, ámbito en el que Miguel se hizo conocido con su cuenta de Twitter. Y lo de las palomitas viene porque, el pasado verano, Miguel fue el protagonista de una anécdota que se viralizó y que narramos en El Periódico de España, del grupo Prensa Ibérica, como "Contrabando de palomitas en Galicia". Una situación surrealista que tuvo lugar el 12 de julio en los Cines Yelmo de Vigo, y que su protagonista contó en primera persona a este diario.

Aquella tarde, Miguel fue, junto a un grupo de 13 personas, niños y adultos (entre ellos estaba Ledicia), a ver la película "Ruby, aventuras de una kraken adolescente". Y lo que prometía ser una apacible tarde de cine en familia, acabó convirtiéndose en una incómoda escena con amenazas y policía de por medio.

El motivo era que Miguel y alguno de sus compañeros llevaban bolsas de palomitas adquiridas fuera del recinto del cine. “Los precios de las palomitas allí en el cine están por las nubes y pueden costar entre 6 y 9 euros", explicaba a este diario Miguel, que antes del episodio ya había abordado previamente en sus redes sociales el tema de la carestía de los 'snacks' en el cine. Pero Yelmo no permite la entrada de alimentos y bebidas compradas en otros establecimientos.

Las llevas escondidas”

Ese 12 de julio, Miguel se la jugó. Adquirió unos paquetes de palomitas en otra tienda, antes de entrar a la sesión. Y una vez dentro de la sala, empezaron los problemas. Un guardia de seguridad señaló su mochila y le indicó que llevaba escondidas unas palomitas. “No están escondidas, las llevo en la mochila”, le contestó Miguel mirándole fijamente a los ojos.

Pero el guardia de seguridad, al que habían contratado expresamente para controlar que el público no introdujese a la sala comida adquirida en otros establecimientos, se plantó. Y entre él y el encargado del cine acabaron amenazando con llamar a la policía si no les entregaban las palomitas.

“Fue una escena violenta. Por las formas, porque había niños, porque ya habían empezado los trailers… y Miguel se lo tomó como lo que fue, como una agresión. Porque algo de eso hubo”, recuera ahora Ledicia para El Periódico de España. “Fue un agravio que no pudimos comprender. Fíjate qué cosas, yo soy escritora, pero de joven trabajé en Cines Yelmo. Y el encargado que vino a decirnos que no podíamos meter las palomitas había sido compañero mío en aquel tiempo”.

Ni los trailers

"Yo tenía muchas ganas de ver el trailer de las Tortugas Ninja, pero con el episodio este me lo perdí", bromeaba entonces Miguel en conversación telefónica con El Periódico de España, porque finalmente, le obligaron a entregar el alijo de palomitas si quería permanecer en la sala.

Miguel nos dejó hace una semana. Y por ironías del destino, este lunes se hizo pública una sanción contra Cines Yelmo: el instituto Vasco de Consumo (Kontsumobide) ha multado a la empresa con 30.001 euros por no dejar a los clientes entrar con comida y bebida adquirida fuera del recinto. A partir de ahora, por mucho guardia de seguridad que pongan, no pondrán impedir el acceso con este tipo de productos adquiridos fuera.

“Ha sido una noticia del País Vasco, pero yo espero que pronto suceda también en los Yelmo de Galicia. Y creo que tiene mucho de justicia poética que haya sido ahora”, cuenta Ledicia, que recuerda cómo el resto de grupo de amigos que les acompañaba a la sesión de cine les hacía bromas, diciéndoles que “siempre que vamos con vosotros a algún lado, nos pasan cosas”.

Despedida pendiente

Ledicia cuenta que “hace una semana y un día que se ha marchado y no he podido contestar ni a una décima parte de las personas que se han puesto en contacto conmigo para darme el pésame. Porque era una persona muy querida en todos los ámbitos. Abarcaba tantas facetas, lo quería tanta gente, que me parece imposible contestar a todo el mundo”.

que me parece imposible contestar a todo el mundo”Escritor, humorista, tuitero que enganchaba con cualquiera de las cuentas que abriese, Miguel era una especie de hombre del Renacimiento en nuestra era: “Hoy hablaba de él con un amigo y me decía que Miguel era como Leonardo Da Vinci, por la cantidad de cosas que hacía”, explica su mujer.

Y, por eso, tampoco va a tener una despedida al uso. “Yo creo que no se merece un adiós tradicional, con un tanatorio y flores. Hay que hacerle una despedida al estilo Hematocrítico. Aún no te puedo dar más detalles, pero la va a tener”, nos adelanta su viuda. Mientras tanto, Miguel, dondequiera que esté, se estará comiendo unas palomitas (no adquiridas en Cines Yelmo) viendo cómo se hace justicia poética con el asunto de aquel contrabando que se hizo viral. Y el tiempo le ha acabado dando la razón.