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EDITORIAL

UNOS OSCAR ORIGINALES

Horas antes del inicio de la ceremonia de entrega de los Oscar, el productor de la gala, Gil Cates, justificó la decisión de seguir adelante con la fiesta apelando a la defensa de los valores culturales norteamericanos. Un argumento delirante que, afortunadamente, la realidad se encargó de desmentir: el premio al mejor guión original fue para una historia escrita en castellano y que transcurre en Madrid; el premio al mejor director fue para un cineasta de origen polaco que ni siquiera puede poner los pies en Estados Unidos; y la película ganadora en la categoría de documental es un durísimo alegato contra la paranoica afición a las armas de los estadounidenses. Además, fueron varios los participantes que no quisieron dejarse intimidar por el clima de miedo a las listas negras y dejaron oír su voz contra la guerra.

Entre éstos se encontraba Pedro Almodóvar, que hizo historia al colar su nombre entre los ganadores de los premios mayores . Un logro extraordinario que, más que distinguir el discutible buen momento del cine español (como algunas voces se han apresurado a señalar), recompensa el talento insular de un cineasta singular, audaz y comprometido. Pese a quien pese.

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