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EDITORIALES

DRAMATICACAMPAÑA VASCA

La anulación, por el Tribunal Constitucional, de las candidaturas que incluían a miembros de la antigua HB, encaja al milímetro con la ley de partidos y con la estrategia política y judicial del Gobierno del PP y de las principales instancias jurídicas españolas. Pero, como ocurre con aquella ley, existen dudas sobre si se ajusta al marco jurídico internacional democrático. Se deberá esperar a que el Tribunal de Estrasburgo se pronuncie para saberlo. En todo caso, la prohibición, legal o no, convierte a estas elecciones en las más tensas de las vividas en Euskadi, y no contribuirá a crear un ambiente que mejore su engarce con el resto de España. Tampoco se puede olvidar que además de hallarnos ante un escenario con crímenes terroristas estamos ante un complejo problema político de fondo, y que éste puede agravarse porque muchos ciudadanos ahora no tendrán como representantes democráticos a quienes desean votar.

El hecho de que en Euskadi hubo en el pasado muchas cobardías no da ahora la razón a posturas desmesuradas de fuerza. Lo que allí falla es precisamente la fineza política y el respeto a la voluntad de la gente, por parte de todos. Y eso parece empujar hacia un drama aún mayor que el actual.

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