Dramaturgo

La unidad es lo que importa. España una y solidaria, nunca España una y cierra España. La unidad que equivalga a igualdad de oportunidades para el que ha nacido en Medellín y el que ha nacido en Lekeitio; para el que lee a Espriú sin gafas y para el que lo lee con los dedos; para el que cotiza a Hacienda y para el que cotiza a la Haciendoak (o como se escriba); para los que quieran ir a Gijón desde Llerena y para los que vayan a Lérida desde Guadalajara.

Luego, lo demás, ¿que quieren hacerle un monumento al pastor que se subió a una roca y pegó un grito por la belleza de los prados vascos?, que le erijan dos con sus presupuestos autonómicos; ¿que quieren regalarle una camiseta del Bar§a de oro y brillantes a la Moreneta?, como si quieren regalarle la visera del portero adornada con flecos. Tres leches, tres pepinos nos importan a los extremeños las ganas de festejar del personal. Porque respeto, todo, a las culturas, a la diversidad, a las tradiciones y tal, todo el que sea y es poco, pero que unos sigan subiendo en renta a costa de otros por el Rh, la forma de poner la lengua al hablar, las banderas o, lo peor de todo, las amenazas de una banda de criminales que quieren asentar sus tradiciones a golpe de goma dos, no. Y para ello tenemos la Constitución, que establece la igualdad de los españoles dentro de su diversidad y ante sus derechos y deberes. Una Constitución que no nació por enmiendas, broncas partidistas, frivolidades y otras zarandajas, sino que vino desde la noche del terror de una dictadura como un grito de esperanza basado en el consenso, en el diálogo y en la posibilidad de recibir enmiendas para equilibrar las desigualdades de los españoles.