Los problemas económicos que asolan estos días al Mérida, con fuga incluida de los empresarios maños que llegaron presuntamente como salvadores en el mes de diciembre, es sólo la punta del iceberg de una situación especialmente delicada de gran parte de los clubs españoles de fútbol, de la que los extremeños no son una excepción. Presupuestos desequilibrados, perspectivas deportivas no cumplidas que influyen en el devenir monetario de la temporada, ausencia de apoyo institucional y de los propios aficionados en momentos difíciles... Muchas son las claves de una coyuntura desfavorable para los tiempos de crisis que corren. El problema del Mérida es, salvando las distancias, el que asola, por ejemplo, a otro histórico, ahora en Tercera, el Díter Zafra. Los jugadores han acumulado cuatro meses sin cobrar, lo cual da buena idea del escasamente alentador porvenir de nuestro fútbol. A ello se puede añadir el hecho de que, hoy por hoy, no tenemos grandes perspectivas de futuro. Más bien al contrario, casi todo se presenta negro. Y si, además, las finanzas andan mal, poco podemos soñar en la vuelta a otras épocas doradas del balompié extremeño, cuando incluso se llegó a alcanzar el cénit de la Primera División con el propio Mérida y el Extremadura.