Síguenos en redes sociales:

RECONOCIMIENTO AL FLAMENCO

Está bien eso de premiar lo nuestro y de reconocer un arte, no siempre valorado en su justa medida, que engrandece nuestras raíces. El premio a Paco de Lucía es un premio al pueblo

XCxon el premio Príncipe de Asturias de las Artes, al guitarrista Paco de Lucía, se premia toda una vida de sacrificios y, además, se distingue a un arte popular tantas veces incomprendido y maltratado. Cualquier forma, los cantaores con sus voces al viento, las olas del baile o el grito del compás de la guitarra, merecen el más sincero de los aplausos, porque su atmósfera purifica y provoca un desahogo puro.

El flamenco nos hermana con pueblos oprimidos y barrios gitanos, a través de un lenguaje, que es todo un camino de lunas y soles, donde las gentes lo representan con total entrega. Dejan el alma en ello. El cantaor lleva la voz en el corazón, el bailarín los oídos en sus pies y el guitarrista los acordes del cielo en sus manos. Unas destrezas que Paco de Lucía las acrecienta, hasta sentar cátedra, bajo un modo propio e inconfundible. Lo ha dicho el jurado en el acta: este gaditano, de Algeciras, ha trascendido fronteras y estilos y es hoy un músico de dimensión universal. A partir de la guitarra flamenca ha profundizado también en el repertorio clásico español --de Albéniz a Falla --, en la emoción del bossa nova y el sentimiento del jazz. Todo cuanto puede expresarse con las seis cuerdas de la guitarra está en sus manos, que se animan con la emocionante hondura de la sensibilidad y la limpieza de la máxima honradez interpretativa. Toda esta atmósfera flamenca, cultivada de gracia y dones que nos empapa de versos, bajo un clima de fuerza creadora y duende, es algo tan sublime, como la contemplación del mar desde la luna. Por ello, debe considerarse como arte. Te enciende y asciende, te pone alas y vuelos, hasta olvidar tristezas y recordar alegrías. Los premios Príncipe de Asturias, considerados como evento serio y cultural, de alto interés informativo por todos los medios de comunicación del mundo, han dado en el clavo al premiar a uno de los cultivadores más puros del flamenco. Es una buena noticia para todos. El flamenco ha de avivarse y vivirse, no es cosa de pocos, forma parte de nuestra identidad, de nuestra historia y nuestra vida.

Y así considerado, como algo nuestro, debe también integrarse en los planes educativos, puesto que el flamenco es una de las más genuinas manifestaciones del arte andaluz, y por ende de nuestro arte español, la que más lo define y distingue en relación con otros pueblos. Por desgracia, todavía seguimos sin conocernos en el flamenco, y cuando no se conoce la realidad de este arte, difícil lo tenemos para apreciarlo y menos para transmitirlo. Este premio, pues, es todo un respiro y una consideración al universo de colores y calores, de gozos y virtudes, de poesía en movimiento y de claridades que nos conmueven. Es todo un jardín de belleza, en él todo es inspiración, porque donde mueren los silencios, nace el alarido desgarrador de una guitarra y donde brotan las soledades, crece una voz que despierta. Hoy, bajo el estado del gozo, pido que los bailarines bailen como las estrellas siderales, porque el flamenco ha sido alabado y elevado. Yo pongo las palmas.

*Escritor

Pulsa para ver más contenido para ti