Opinión | Es decir

Cuando la primavera electoral acabe

La regeneración tendrá que esperar a después de las europeas. Así que no se entienden las prisas del ministro Urtasun por empezar por la cultura

Arnaldo otegi

Arnaldo otegi

Puesto que la decisión del ministro de Cultura de suprimir el premio de tauromaquia es en atención a «una parte del sentir mayoritario» (textual, ministro), no hay necesidad de preguntar qué opina de la supresión la «parte del sentir minoritario» (pues debe haber «una parte del sentir minoritario», si hay «una parte del sentir mayoritario»). Y no hay necesidad de preguntar, sencillamente, porque lo democrático no es hacer o deshacer en atención a la «parte del sentir minoritario», sino siempre en atención a la «parte del sentir mayoritario». Elemental, ministro Urtasun.

Ciertamente, se trata de una lección básica de democracia que parecía olvidada (todo el mundo está seguro de saber qué es la democracia, hasta que se le pregunta) y que la noche de las elecciones en el País Vasco (lo que son las cosas, ¿verdad?), con los resultados ya resueltos, hubo quien que la recordó. Compareció ante los periodistas y estableció una premisa: «55 de 75 parlamentarios dicen que Euskal Herria es una nación con derecho a decidir». Y, enseguida, sin más, salvo una mirada a quienes él sabía o creía que iba a epatar, preguntó (retóricamente, claro está): «¿La democracia en qué consiste? ¿En que los 25 impongan a los 75 su modelo de pensar, o en que los 55 plante en un modelo que sirva para todos?». Bueno, tan retórica no era, o no debía de ser, la pregunta, porque Arnaldo Otegi parecía esperar una respuesta: no en el momento, no allí, ni tampoco de quienes le escuchaban, sino después de esta primavera electoral, para cuando pasen las europeas, y de quienes sepan o quieran, o puedan.

Pero la explicación de democracia que con tanta sencillez expuso Otegi no podría tomarse hoy como ejemplo de democracia en España, más allá de eliminar un premio taurino o de que un triunfo electoral dé derecho al derecho a decidir de una región, provincia o municipio

Pero la explicación de democracia que con tanta sencillez expuso Otegi no podría tomarse hoy como ejemplo de democracia en España, más allá de eliminar un premio taurino o de que un triunfo electoral dé derecho al derecho a decidir de una región, provincia o municipio. En principio, porque ahora se está en tiempo electoral y, como se sabe, la democracia queda entonces suspendida, dispensada, en el sentido de que todo está permitido, de la mentira a la acusación y de la impostura al insulto. Y la campaña electoral catalana termina el viernes, o sea que aún quedan días para que el ministro Óscar Puente, por ejemplo, oiga que le llaman feo, cosa que le molesta (lo reconoce), o que Pere Aragonès oiga algo peor: que le llamen «Aragonés y García», tal como lo llamó la senadora Luisa Fernanda Rudi, qué bruja, el día en que Pedro Rollán no pudo o no quiso presidir el Senado. Pero no puede tomarse como ejemplo de democracia, sobre todo, porque la alternativa a la democracia en España hoy es el fango, según el presidente del Gobierno. Y habrá que decidirse, elegir.

Es decir, para el presidente Pedro Sánchez (déjese en paz al PSOE), no hay más democracia que la que él representa o, más impúdicamente, la que él es, hasta el punto de que si existe algún problema para sucederle (de momento, únicamente en el partido), no duda en reconocer que la responsabilidad es suya, que no sido capaz de diseñar sino un órgano dirigente acrítico, aclamatorio y asustado. Y, por otra parte, y aunque tarde, esto es, después de seis años siendo presidente del Gobierno, le han bastado cinco días de reflexión para comprender la necesidad de regeneración democrática que España necesita, tanto en el ámbito judicial (el lawfare es ya insoportable) como el periodístico (el bulo es noticia). Pero esa regeneración, como la respuesta que espera Otegi, tendrá que esperar a después de las europeas, para cuando esta primavera electoral acabe. Así que no se entienden las prisas del ministro Urtasun por empezar por la cultura.

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