TUtn marido es un ser humano aunque a veces no lo parezca que sólo ve lo que tiene delante de sus narices. Eso explica que vea la tele, el mando a distancia y el periódico, pues todos están en la misma línea visual, pero no el cenicero, la alfombra, o los zapatos sucios.

Así, cuando se dirige al baño sólo ve la taza. Y a veces ni eso. Cuando necesita el papel higiénico sólo alarga la mano, pues sabe que estará en su sitio. Si le preguntáramos a qué se debe esa seguridad probablemente nos iluminaría con una teoría según la cual él cree que el papel higiénico es inagotable.

El caso es que si alguna vez necesita el papel y no lo encuentra en su sitio se desorienta. Y se ve en la obligación de salir a buscar un periódico atrasado. Las piernas arqueadas para evitar que los pantalones se caigan, con cuidado de que algunos restos no manchen su ropa, se asoma para comprobar que no hay curiosos y que las puertas de las habitaciones están cerradas de manera que la vecina de enfrente, que siempre está asomada a su terraza para fisgar en las vidas de todos los vecinos, no le observará en tan desairada postura. Pero como las desgracias no vienen solas, ese es el preciso instante en el que suena el teléfono. Con el periódico a medio romper acude a contestar a alguien que, para mayor cabreo, se ha confundido de número. Mas, como cualquier situación comprometida puede empeorar, esta empeora y suena el timbre de la puerta... Cuando pasado un tiempo necesita evacuar otra vez el papel está en su sitio. Es un milagro. Se lo cuenta a su esposa y escucha. Mucho milagro y mucho cuento, pero si no fuera por mí tendrías los calzoncillos más sucios aún . Y lo que dice él: siempre haciéndose la imprescindible.

*Profesor